LOS NUEVOS MAGNUMS CORTOS VERSUS LOS VIEJOS CARTUCHOS ¿QUÉ HAY DE NUEVO?

Texto por Daniel Stilmann.

Se dice que la industria de las armas y cartuchos deportivos cumple ciclos, al cabo de los cuales saca al mercado un “nuevo gran producto”. También se dice que en éste mundo de consumo son muchas las cosas que se promueven, lamentablemente no todas ellas necesarias o útiles, y que algunos de estos productos, a los cuales los publicistas le cantan loas, son los mismos de siempre con diferente envase.

'''Entre mediados de los años 50 y comienzo de los 60 en los Estados Unidos aparecieron una serie de cartuchos más veloces que los standard, todos ellos con la denominación Mágnum. El .300 Winchester Mágnum y el 7 milímetros Remington Mágnum, verdaderos caballos de batalla de ambas fábricas fueron dos de los que sobrevivieron y prendieron fuerte entre los cazadores. Otros, como el .264 W.M. pasaron al olvido.'"

Hoy, casi medio siglo después, el mercado está siendo inundado por una nueva progenie de cartuchos, también denominados Magnum pero que a diferencia de los originales carecen de cinturón, y que además presentan como gran novedad el ser del tipo “Short” o cortos (Short Magnum)

Veamos que ventajas y desventajas representan para nosotros estos dos cambios y saquemos nuestras propias conclusiones, ya que sí nos guiamos por lo que nos dicen los fabricantes estamos parados ante la mismísima nueva maravilla de la balística.

Los cinturones aparecieron allá por 1912, con el .375 H&H.

Desde el mismo día de su lanzamiento, estos cinturones ya eran innecesarios y no cumplían utilidad alguna, salvo que uno desease continuar empleando las pólvoras antiguas, anteriores a las alemanas de 1905, o no tuviese más remedio que cargar con cordita, como le ocurría a los ingleses.

Como sea, estos ingenios dificultosos de fabricar, que crearon tantos problemas en la alimentación del arma, sin brindar a cambio ventaja alguna más que la estética (ya que el head space se controla con el hombro del cartucho y no con el cinturón), representaron todo un éxito comercial. ¿El motivo de éste éxito? Puro snobismo.

A la gente simplemente le encantaba la idea de poder decir que disparaban con un cartucho Magnum, y enseñar a cuanta persona se cruzase en su camino esas vainas con cinturón. Poseer un “belted” daba status social, y aparentemente garantizaba la hombría de su dueño. Cómo se dice por estos parajes, ¡sandeces!

Sí los nuevos cartuchos Short Magnum han logrado algo útil ha sido demostrar definitivamente la inutilidad de ese cinturón, que jamás pasó de ser un artículo de decoración innecesario.

De modo tal que de las novedades que presentan estos cartuchos, la pérdida del cinturón y el ser más cortos, la remoción del primero no era más que un paso lógico que había que dar para disminuir el costo de producción de las vainas y para mejorar la alimentación del arma, cosa que otros cartuchos comunes, y con al menos un siglo de vida ya hacían, y continúan haciendo día tras día. La desaparición de los cintos no significó más que el retorno a la cordura perdida.

¿Y la reducción de la longitud se preguntará Ud, qué beneficio nos trajo, o porque se llevó a cabo? Dicen que la vida es un balance en equilibrio perfecto, y que para mantenerlo lo que se quita por un lado se debe de otorgar por el otro, de modo que el acortamiento del cartucho tuvo que ser irremediablemente acompañado de un aumento en su diámetro, a fin de poder mantener la capacidad volumétrica dentro de valores aceptables, aunque ligeramente menores que los de los Magnum originales, ya que de los 91 grains de agua de capacidad se disminuyó a 79 grains.

Ésta reducción en el espacio interior fue compensada con un aumento de la presión de trabajo, que hizo que la velocidad se mantuviese en iguales valores que la de sus predecesores, o disminuyese levemente.

La excusa que en última instancia se esgrimió para la reducción de la longitud total de la vaina fue ni tan siquiera novedosa: reducir el largo total del cerrojo y la acción, de manera de reducir el. En realidad todo lo que se buscaba era poder quitar el cinto y de paso presentar un producto “nuevo” para aumentar las ventas.

Esto presentó dos problemas: primero hubo que reforzar las acciones para dar lugar a la diferencia de presiones que existe entre los cartuchos Magnum y los Short Magnum (2.000 psi), y segundo fue necesario mantener el peso del arma para evitar un aumento excesivo del retroceso, importante factor negativo cuando de ventas se habla, y recordemos que precisamente de las ventas viven los fabricantes.

Incluso hubo un tímido esbozo para justificar la compra de una de estas nuevas armas argumentando que dada la menor longitud del cartucho el tiempo para extraer la vaina servida y reciclar una fresca se acortaba sustancialmente. Bueno, todo tiene un límite, y el comentario sarcástico de más de un cazador dio por tierra con el intento, pero que lo intentaron, lo intentaron. Eso sí, de lo único que realmente podría interesarle al cazador, un sustancial incremento en la velocidad, ni hablar. Mutis.

¿Entonces qué?

Sí comparando con dos cartuchos veteranos como los son el 8 x 57 Máuser y el .30-06 Springfield no hay ninguna ganancia operativa con la remoción del cinturón y acortando la vaina, ¿para qué fueron creados estos nuevos engendros? ¿Por la ganancia de la velocidad que producen y por ende por presentar una curva más tensa?

Mire el cuadro comparativo adjunto. En el mismo se comparan las trayectorias de esos dos próceres, con las del .300 WM y el .300 WSM. Saque sus propias conclusiones.

Hasta los 250 metros las curvas son indistinguibles desde el punto de vista práctico, y recién a los 400 metros cualquiera de los dos cartuchos centenarios caen 7,5 centímetros más que sus nuevos parientes. De las cuatro curvas, la más tensa corresponde al viejo.

Por otro lado la ganancia de velocidad por parte de los Magnum es en el mejor de los casos de casos 150 pies por segundo, y encima de eso a favor del .300 WM y no del .300 WSM como se podría esperar. ¡Todo un desengaño! Uno casi podría pensar que desde 1905, cuando los alemanes sacaron al mercado el 8 x 57 IS con puntas de 150 grains a 2.980 pies por segundo el mundo dejó de avanzar en materia de balística.

Todos los cartuchos fueron cargados con puntas de 150 grains de peso, configuración similar, hasta el máximo de presión aceptable y disparados desde cañones de igual longitud. Las curvas de vuelo del 8 x 57 y la del .30-06 se superponen entre sí.

Y así fue, al menos en ciertos aspectos de ésta industria. Desde aquellos días de principios del siglo pasado, los grandes avances se dieron en materia de construcción de las puntas de caza, materiales sintéticos para culatas, visores de mejor calidad y menor costo y algunas cosas más, pero lo que no cambió para nada han sido las viejas leyes de física, que limitan la velocidad máxima que puede alcanzar un proyectil impulsado por pólvora. Tampoco las nuevas pólvoras posteriores a 1905 otorgaron grandes beneficios.

Eso sí, los nuevos cartuchos del tipo Winchester SM y Remington SAUM proveen en promedio unas 300 libras más de empuje en la boca, que pueden ser útiles para ese hipotético disparo límite, con el que siempre nos amenazan los fabricantes, por ejemplo a un kudú a 400 metros, distancia a la cual, y para comenzar, nadie que se tilde de cazador debería ni pensar en disparar.

¿Alguna vez se puso a meditar cuales son las oportunidades reales de que Ud tenga que enfrentarse a una situación como esa? Talvez suceda una vez en la vida al 1% de los cazadores que compre una de estas armas y que se decida viajar al África para cazar, lo cual viene a representar el 0.00001% de la comunidad montera. La pregunta es, ¿entra Ud en ese porcentaje, y sí así es, cree que tendrá tanta mala suerte como para que se le presente alguna situación que no pueda resolver con alguno de los dos patriarcas?

En última instancia, y sí desea un arma para poder disparar de un condado al siguiente compre un Warbird con un cañón de 71 cm, capaz de lanzar una punta calibre .30 a 3.650 p/s con una energía inicial de 4.500 libras, eso sí desde una vaina de 71 milímetros de longitud, cargada con 105 grains de pólvora lenta y con un retroceso equivalente al doble del .300 WSM (23.5 libras de empuje) Sí uno va a hacer las cosas, ¿porqué no hacerlas bien de entrada?

Mientras escribo estas líneas, aquí en el continente americano, pienso en mis colegas europeos.

Para un cazador del Viejo Continente, salvo el deseo de poseer un arma nueva (deseo muy loable y para nada argumentable) recamarada para uno de estos nuevos cartuchos, ¿qué animal o situación podría justificar la compra de unos de estos petardos?

¿Acaso esa diferencia de 3 centímetros en el pico máximo de altura de la curva de vuelo con respecto a los dos antiguos cartuchos justifica la compra? No lo creo. ¿Las distancias de disparo? Menos aún. Diez metros de alcance máximo de más no le cambian la vida a nadie.

¿La resistencia al impacto de la fauna local? Difícilmente un animal pueda notar la diferencia entre un impacto de 1500 libras de empuje de otro de 1800. ¿La montería? A menos que crea que unas miserables 300 libras más de energía hacen la diferencia entre un guarro sentado de nalgas y otro que escapó, tampoco esa es la repuesta.

¿Sabe Ud cual es la diferencia de longitud de vaina entre un .300 WSM y la del 8 x 57 Máuser? Tres milímetros. Esa medida representa una reducción de longitud del orden del 5%, redundando en un incremento de velocidad del proyectil del 6% con respecto al venerable guerrero, sin cambios en el peso del arma y con un aumento en el retroceso del 13%. ¿Justifican estos magros cambios la inversión que representa la compra de una nueva arma? ¿Acaso cree sinceramente que aquel kudú que fue incapaz de abatir a 300 metros podrá ahora inmolar con una arma de mayor retroceso, y para colmo diez metros más allá?

¿Porqué, se preguntará Ud, insisto tanto con el retroceso? Por que independientemente de que Ud soporte sin chistar el mismo, el motivo fundamental cuando se habla de piezas heridas pero no abatidas, es el incorrecto emplazamiento del primer disparo, ya sea por el retroceso del arma o por que el animal se movió.

En el primer caso, el retroceso, los Short Magnum, con su mayor cantidad de carga, agravan el problema. En el segundo, caso, el animal en movimiento, es un problema que no solucionaremos de forma alguna, independientemente de que estemos apuntándole con un cartucho regular o un extra corto.

Esto que diré refleja solamente mi punto de vista sobre el tema, el cual dista mucho de ser una verdad universal, sí es que las hay, y por lo tanto cualquiera tiene el derecho a diferir al respecto.

Personalmente y desde el punto de vista práctico del cazador, no creo que estos nuevos cartuchos aporten nada de valor. Tomando en consideración que cualquier disparo entre los 250 y 300 metros es infrecuente y está al borde de la ética, y que cualquiera de los cartuchos mencionados en éste artículo alcanza a las 1500 libras por pie al momento del impacto hasta esas distancias, no veo cual es la ventaja de cambiar un .30-06 en buenas condiciones por un equivalente de vaina corta.

Además, como decía un renombrado cazador y escritor, todo lo que cacé en mi vida fue abatido con cartuchos que no superaban, en el mejor de los casos, los 2.700 a 2.800 pies por segundo de velocidad en la boca del arma, entonces, ¿porqué cambiar ahora?

Pero hay otras cosas. Para comenzar debemos aceptar que hemos llegado al límite de lo que pueden mejorarse las pólvoras y que ya hemos extraído casi toda la utilidad que podía obtenerse de ellas, y a menos que cambiemos los sistemas de propulsión o aparezca un cambio revolucionario hemos alcanzado el límite razonable.

Además de esto hemos logrado romper otras marcas más allá de las cuales la caza perdería todo sentido. Me refiero a que somos capaces de llegar a distancias ya de por sí demasiados grandes con la suficiente energía para abatir lo que sea.

Ahora, sí no estamos hablando de cazar y la competencia se trata de ver quien posee un cartucho que rinde un 5% más, o mide un 4% menos, eso no puede ser discutido. Además, y como la capacidad letal de los cartuchos es casi imposible de medir como para hacer una elección inteligente basado en esos resultados, la decisión continua siendo algo personal y puramente una materia de gustos.

De todos modos la última palabra la tendrá el tiempo y habrá que esperar unas décadas para ver sí éstos nuevos cartuchos logran mantenerse en el mercado. Ese, el tiempo, es el mejor examen y el juez más imparcial. De lo contrario pregúntele sí no es así al 8 x 57 IS o al .30-06, uno con 100 años y el otro con 99 a cuestas, aún dando ambos la madre de las batallas en el campo de ventas.

Gráficos obtenidos de los programas de balística de Hartmut Broemel, Quick Load-Quick Target, y Quick Design. '''

por Daniel Stilmann