En el pasado éste comportamiento era algo impensable, bochornoso y símbolo del fracaso. ¿Y por que nos ocurren estas cosas ahora? Un poco es por falta de oportunidades, ya que muchos no llegamos a las dos salidas de promedio anuales, pero más que nada debido a nuestra escasa cultura cinegética y falta de experiencia en el terreno.
Ya hace mucho que no se le puede pedir a un humano criado a puro balcón de apartamento citadino que sepa rastrear, conozca los hábitos de las presas, que se maneje en el bosque como en el living de su hogar y, que encima de todo esto sea capaz de encontrar y abatir un animal cada vez que se lo propone. Simplemente no sabemos donde y cuando buscar. La mayor parte de nuestras salidas auto guiadas son al azar, y así nos va. De lo contrario la alternativa es cazar dentro de cercados pagos, lo cual para algunos resulta desagradable.
La primera alternativa, la partida mano a mano y a solas es lo ideal, pero resulta difícil salir airoso. No cualquiera consigue hallar su presa. Sin embargo hay una forma de simplificar las cosas. Si Mahoma no encuentra la montaña, es cuestión de hacer que la montaña vaya hacia él, lo cual, con un poco de astucia, se logra.
En alguna oportunidad hemos mencionado que básicamente los animales, entre los cuales incluimos a los cérvidos, tienen motivos muy concretos para estar en determinadas áreas dentro de períodos específicos de cada día y estación. Esas zonas son sus lugares de encame y descanso, los abrevaderos y campos de pastoreo, las áreas dedicadas a la procreación (me refiero a la berrea, que coinciden con las áreas de alimentación de las hembras y sus crías), y por último las sendas que interconectan todos estos lugares entre sí.
El problema es saber dentro de que horario serán utilizadas y por quien, pero eso es harina de otro costal al que daremos una breve mirada más adelante. Lo que nos interesa ahora es como explotar esas sendas.
Sabido es que los cérvidos son verdaderos holgazanes, poco proclives al dispendio de energía que no esté absolutamente justificada, y menos que menos en tours turísticos, por lo tanto sí uno desea prolongar el tiempo que se mantendrán en las trochas es cuestión de darle un motivo que les justifique circular por ellas fuera de sus horarios normales de uso. Luego es cuestión de armar un apostadero (sí es necesario) y esperar.
Pero, ¿Qué ofrecer a estos animales que pueda hacerles variar su rutina? En la temporada correcta sexo; el resto del año comida. De los primeros de estos señuelos no hablaremos aquí. El tema por sí mismo da para más de un artículo. De modo que nos concentraremos en la comida y en los complementos minerales.
El arte del engaño es viejo como el hombre, y muy efectivo, pero solamente sí se hacen las cosas bien y se tiene la suficiente paciencia para esperar por los resultados.
No es cuestión de plantar el cebo y en el momento sentarse fusil en mano. A veces el truco resulta a corto plazo, pero por lo general se toma su tiempo.
Además de los engaños de índole amorosa, los cebos pueden ser a base de alimentos o minerales, y en zonas donde estos últimos escasean suelen ser más efectivos que los primeros. Comencemos por los últimos.
Tanto los machos como las hembras de cérvidos precisan de las sales. A grandes rasgos las hembras para evitar los abortos y otros problemas de la preñez, los machos durante el período de formación de las cuernas, y ambos para mantener una contracción muscular y cardíaca normal. Los iones más necesarios e importantes son el Cloruro de Sodio (ó sal común), Calcio, Fósforo, Magnesio y Manganeso.}
Esta fórmula se encuentra en lo que se denomina sales reforzadas que se administra a los vacunos y otros animales domésticos, producto que se consigue en las veterinarias y que se presenta en cubos de sal ó molido en forma de sal gruesa. A ésta última se le puede agregar un poco de harina de hueso por su alto contenido en Calcio y Fósforo.
tres partes iguales de harina de hueso, sal reforzada y sal gruesa común. De lo contrario un cubo de sal reforzada, o simplemente sal gruesa sola, también dará resultados. Las veterinarias de zonas ganaderas son una buena fuente de provisión de estos elementos.
¿Dónde colocar el cebo? Puede hacerlo sobre la misma senda o a un costado de la misma. De a los animales la posibilidad de “tropezar” con su trampa. Con una pala cave un pozo circular de un metro de diámetro por quince centímetros de profundidad, pero sin quitar la tierra del círculo. Vierta el cóctel (6 kilogramos de producto por locación) y mézclelo con la tierra, hasta que todo quede como una composición homogénea. Sí el terreno es muy seco puede agregarle un poco de agua, ya que el olor del agua salda atraerá a los animales. Otra forma de guiarlos hasta el lugar es derramar miel o esencia de vainilla líquida (de la que se emplea en repostería) por encima de la mezcla.
Sí es que el cebo está emplazado en alguna de las sendas que llevan a sus campos de pastoreo los machos visitarán con más frecuencia el lugar durante el período inmediatamente luego del volteo hasta dos meses antes de la berrea (período de crecimiento de la cuerna), mientras que las hembras lo harán todo el año, aún durante la berrea. Y sí las hembras están presentes, durante la temporada de caza irremediablemente detrás de ellas andarán los machos.
Como sea, lo bueno de estos cebos es que una vez que los animales los han localizado jamás olvidarán su ubicación y seguirán volviendo mientras puedan seguir obteniendo de ellos esas preciosas sales.
Los cubos de sal no requieren trabajo de zapa, pero son una verdadera ayuda visual para otros cazadores, particularmente para los de dos patas, que suelen aprovechar la ocasión para montar su propio circo en las cercanías, algo muy frecuente en América con sus enormes extensiones casi deshabitadas. En Europa algo así es impensable. Una forma práctica de distribuirlos es colgándolo de una rama, de manera que la sal sea solamente alcanzada por los cérvidos y no por roedores, felinos y cánidos (zorros)
¿A partir de cuando estos lugares son viables? Desde el primer día en que se noten huellas de ciervos o suidos en su alrededor y que la mezcla con tierra se vea hozada. Desde ese momento en más el lugar es una promesa, al cual solo resta determinar a que hora es visitado, lo que en el caso de los cérvidos resulta sencillo. Sí la senda comunica un área de reposo con otra de alimentación y no presenta reparo, lo más probable es que los cebos sean visitados a partir de unas dos horas antes del oscurecer y dos horas después del amanecer, que son los horarios en que estos animales comienzan a dirigirse a los campos de pastoreo y a salir de ellos respectivamente.
Por otro lado, sí el cebadero se encuentra al reparo del monte y fuera del alcance de ojos indiscretos, el mismo puede ser visitado en cualquier horario. Recuerde que esto es una regla general, aunque bastante precisa, y que sí la opción es salir a buscar al azar y sin rumbo fijo y hacerlo en estos lugares, los últimos nos ofrecen muchísimas más posibilidades de llenar la bolsa.
Ésta proposición de lugares de emplazamiento de los cebaderos y horarios de visita está sujeta a variaciones particulares, a las cuales el cazador deberá adaptarse y saber modificar, pero en líneas generales es una idea sólida, ya que todos los animales necesitan de sal (Cloruro de Sodio), Calcio y Fósforo para su buen funcionamiento, y sí bien pueden tardar más o menos en localizar su trampa, tarde o temprano la tomarán, y cuando lo hagan reaccionarán de la misma manera en que lo haríamos nosotros sí durante meses nos vemos obligados a comer en restaurantes donde no hay sal, y finalmente encontramos uno donde la ofrecen libremente.