Las armas y sistemas de puntería del aguardo nocturno son muy específicos. Texto: Daniel Stilmann. Fotografías: Carlos Coto.
Previamente vimos las técnicas de acecho, como montar los apostaderos, cebaderos y señuelos, la indumentaria necesaria y las técnicas a emplear para sobrevivir apostado.
Por último nos queda por ver cual es el equipo específico para el aguardo.
En realidad para montar una espera, (aguardo) cualquier arma y cartucho con el diámetro y la energía terminal necesaria (1.500 libras por pie al momento de impacto) puede emplearse con éxito, tal como lo han hecho incontables generaciones antes que nosotros.
Fotografía. Aguardo diurno a un pecarí con un .44 Magnum. El revólver es un arma ideal para los disparos cortos en éste tipo de terreno.
Pero en ésta era de abundancia material y tecnológica, y dada la posibilidad, sí se tiene la suerte de poder escoger las mejores herramientas para la tarea, ¿porqué no hacerlo? Ídem para el resto del equipo necesario, como miras ópticas, binoculares y faros de calidad.
El equipo de acecho mínimo razonable, que no es lo mismo que el equipo mínimo indispensable, consta de un arma y cartuchos adecuados, una mira óptica con buena entrada de luz y retículo iluminado (opcional pero conveniente), un par de binoculares, también con buena entrada de luz, una linterna o faro de mano, un cuchillo afilado de no más de 15 centímetros de hoja y guantes de trabajo. La indumentaria y las vituallas necesarias para sobrevivir el aguardo bajo condiciones rigurosas ya han sido tratadas previamente, de modo que no volveremos sobre el tópico.
Antes de comenzar la descripción creo conveniente mencionar que el faro o linterna no es para ayudar al cazador a tener una mejor visión de la presa, lo cual es ilegal, si no para ayudarse en la búsqueda posterior que suele suscitarse, y que definitivamente el cuchillo no es para intentar un remate heroico en medio de la noche y a solas, si no para aviar a la presa.
Una de las bellezas del aguardo es que no hay límite de peso para el equipo a considerar por parte del cazador.
Esto significa una amplia libertad al momento de escoger los componentes a llevar.
Fotografía. La belleza de estas armas a palanca radica en su gran maniobrabilidad en espacios cerrados y en su glamour.
Por lo general en el aguardo tenemos la oportunidad de disparar una sola vez sobre la presa, y el destino se juega en ese disparo. Raramente se precisa, o se nos da la oportunidad de un segundo tiro, y para estas ocasiones nada mejor que un rifle doble, de esos pesados, incómodos y caros, pero que son capaces de asegurar un segundo bombazo en cuestión de segundos.
Normalmente las armas dobles de caza mayor están recamaradas para cartuchos demasiados potentes para el aguardo de cérvidos y suidos, pero sí ya dispone o hereda uno de esos rifles, y no le molesta el retroceso que generan disparando desde sentado y con apoyo, no hay motivo alguno para no emplearlos. Pero de allí a comprar un rifle doble específicamente para estas tareas hay un largo tramo que casi nadie recorre.
Vale lo dicho para las armas semiautomáticas, que son más pesadas y costosas que aquellas con otros mecanismos de acción. La ventaja de estas armas sobre los dobles es su menor precio, y que vienen recamaradas para cartuchos más adecuados para éste tipo de cacería.
Lo gracioso de las armas semi automáticas es que estas son una invención de un americano, John Moses Browning, sin embargo su uso es más frecuente en Europa, mientras que en América, el arma a cerrojo, producto de un europeo genial, Paul Máuser, es moneda corriente.
Los fusiles a trombón y palanca tienen también sus seguidores, particularmente los últimos, sobre todo cuando vienen recamarados para cartuchos como el .444 Marlin o el .45 70 Government, que son ideales para la cacería de aguardo y parecen haber sido concebidos para la caza del jabalí.
Ninguno de estos dos sistemas se adapta tampoco para un segundo disparo rápido bajo malas condiciones de luz, y menos aun portando el arma una mira óptica. El simple proceso de tener que desencarar ligeramente el fusil para reciclar el segundo disparo, da por tierra con cualquier posible ventaja teórica. Y lo mismo ocurre para las armas a cerrojo, de las cuales hablaremos más adelante.
La ventaja de estos dos tipos de armas es su poco peso y alta maniobrabilidad debido a la escasa longitud de sus cañones, que rondan las 18 pulgadas, además del tipo de cartuchos que disparan algunas de ellas.
El sistema más común entre todos los cazadores, especialmente los que lidian con es el de cerrojo, particularmente sí el mismo es ua acción Mauser 1898.
Fotografía. Bajo cualquier condición las armas a cerrojo son las más utilizadas por su confiabilidad, precisión y robustez.
¿Por qué? Por dos motivos principales. Confiabilidad absoluta durante el ciclado de la munición y durante la extracción de la vaina servida. Además por pequeños detalles extra como su precisión, indestructibilidad, bajo costo y fácil adquisición.
¿Las contra de éste sistema? Su peso, que no es bajo, pero que no alcanza el de un doble o de un fusil semiautomático, y que carece de la alta cadencia de fuego de estos dos mencionados.
Sin embargo creo que es útil y necesario repetir éste concepto. En la espera los disparos son sobre animales tranquilos, a corta distancia y conocida para el cazador, con apoyo y sin prisa. Sí bien es el único disparo que por lo general dispondremos, es difícil errar. Por lo tanto el empleo de un segundo disparo por un doble o un semiautomático es raramente factible o necesario.
Desde el punto de vista personal, y sobre la base de lo expuesto en el párrafo anterior, las armas de mono disparo, como el Ruger Número 1, son mis preferidas. Aceptando, como acepto, que lo justo es disponer de una sola oportunidad, estas armas se llevan los laureles por su belleza, romanticismo y precisión, siempre recordando las limitaciones que imponen con su reducida capacidad de almacenamiento.
Las armas monotiro son muy precisas, aunque lamentablemente no tan livianos como uno esperaría, en particular aquellos dotados con acciones del tipo falling block. No es éste el caso de los fusiles de quebrar, como el Richardson & Harrington, que por su peso es el más liviano de todos los sistemas.
Las armas de quebrar como la mencionada previamente son precisas y económicas, y para éste tipo de cacería se convierten en las ideales como primera arma, ya que recamaradas para cartuchos como el .308 y el .30-06 son más que suficientes, prestándose incluso para ser empleadas en rececho dentro del monte (removiendo la mira óptica) y para disparos hasta distancias de 300 metros.
Las escopetas de caño liso (las hay de caño estriado y aún así se las llama de escopeta) pueden ser también empleadas en éste tipo de cacería.
Claro está que por escasa la precisión la distancia de disparo no debe de superar los 35 a 40 metros sí se las emplea con munición tipo Brenecke, aunque su alcance con éste tipo de proyectiles sea algo mayor.
Fotografía. El autor disparando una escopeta calibre 12-75 con cañón estriado. La misma dispara sabots de hasta 500 grains de peso a bajas velocidades, pero sumamente eficientes y precisos hasta los 100 metros.
También es frecuente su empleo con postas, o perdigones de grueso calibre. Las postas encadenadas consisten en un cartucho del 12-70 cargado con 9 perdigones, también denominados tantos, encadenados con hilo de acero de tres en tres.
Esas tres postas encadenadas salen girando como una boleadora, cortando a su paso huesos, piel, músculos y tendones, lo cual resulta en heridas complejas y muy destructivas. Su uso es frecuente en las regiones tropicales, donde la distancia de tiro suele ser de unos pocos metros, por lo general muy por debajo de los diez.
Las modernas escopetas de cañón estriado, capaces de disparar sabots de alto peso (300 a 400 grains grains y más) con una precisión de 2" hasta 125 metros han cambiado el concepto que se tenía de éste tipo de armas para el aguardo, que por su alcance y por el tipo de proyectiles que disparan nada tienen que envidiar a los de las otras armas rayadas.
Los sistemas de estas escopetas van desde las de quebrar, hasta las de cerrojo, aunque probablemente las de quebrar de un tiro sean las más adecuadas por su relación precio prestaciones. Una vez más, recuerde que en el aguardo el 99% de las situaciones se resuelven con el primer disparo.
Las armas cortas modernas fabricadas para cartuchos de alta presión y dotadas con miras son aptas para la caza de aguardo, ya que son efectivas dentro las distancias de disparo del acecho (y algunas mucho más aún).
Sin embargo no todos los cartuchos en las que vienen recamaradas son efectivos para ello.
Los famosos .45 Colt, .357 y .44 Magnum disparados desde estas armas son proposiciones seguras de hasta 50 metros, siempre y cuando la selección de las puntas a emplear, y el emplazamiento del disparo no dejen mucho que desear.
Fotografía. Estas pistolas monotiro de alta presión y dotadas de aparatos de puntería ópticos son armas útiles en el aguardo diurno como en el nocturno, e incluso pueden emplearse en condiciones de rececho.
Dentro de ésta misma línea el .454 Casull resulta demasiado grande, pero sus resultados son asombrosos. Prácticamente los dueños de estas armas no saben lo que es tener que rastrear.
Sin embargo las armas del tipo de la Thompson Center Contender recamarada con cartuchos cómo el 7-08 Remington,7 x 57 Mauser o .308 Winchester son ideales por su precisión, aunque también por la energía que desarrollan a esas distancias, que es mayor a la generada por los tres primeros cartuchos antes mencionados.
De noche no es posible utilizar con seguridad miras abiertas (de hierro) u ortópticas.
Simplemente las condiciones de iluminación no son las adecuadas, por lo tanto no queda más remedio que caer en las miras telescópicas.
Sí bien algo ha sido ya mencionado sobre las mismas, aún quedan detalles en el tintero.
Una cosa es tirar al blanco con apoyo durante el día, dónde la dispersión mínima de disparos gana el premio, y otra muy diferente es hacerlo de noche sobre un animal, grande, a relativamente corta distancia y con munición expansiva.
En éste caso basta reemplazar la fineza de la precisión, por la fuerza y energía de un mayor calibre para compensar por posibles errores. Por lo tanto, como no se trata de hacer un orificio encima de otro, no es necesario poseer una mira de más de 8 aumentos, cómo máximo. Las miras variables de hasta 20 aumentos para tiro al blanco y varminting son totalmente innecesarias, ya que para utilizarlas en su máximo poder dióptrico la salida de la mira debería ser de 140 milímetros, lo cual simplemente no es posible.
Las miras nocturnas pueden ser cómo máximo de 8 dioptrías x 56 milímetros de salida. Lo que se agregue de poder dióptrico por encima de esas 8 unidades con un ocular de 56 milímetros es absolutamente inutilizable durante la noche. Esto se debe a una relación fija entre el diámetro de la pupila, el aumento de la mira y la entrada de luz, pero no entraremos en detalles al respecto.
No por algo las miras más vendidas del mundo son las de aumentos variables de 3 a 9 (dioptrías) por 45 milímetros de salida, ya que son más que suficientes para el aguardo, y con esas características son ideales para recechar. Con lo que cuestan estos aparatejos no es cuestión de comprar dos por ignorantes, cuando con uno se soluciona el problema.
Una mira variable de 3 a 12 (o hasta 20) x 56 es un armatoste de considerable peso e incómoda de acarrear. Sí Ud. va a cazar solamente al acecho, y lo hará todas las lunas de su vida útil, su compra hasta podría estar justificada, suponiendo que precisa, y puede disparar, con 12 aumentos o más (recuerde el pulso) durante la noche. Una mira de 3 a 9 x 45 es lo que Ud. desea adquirir.
¿Qué puedo decirle sobre los retículos luminosos? Es un buen avance tecnológico. El contraste que produce el poste iluminado sobre un fondo difuso simplifica mucho el proceso de tomar puntería, dando un buen marco de referencia para hacerlo. Sin embargo no es algo de lo que no se pueda prescindir, y su utilidad depende mucho de la visión de cada uno. De todos modos es algo que es conveniente poseer, aún sí Ud. es (posee una visón normal sin corrección).
En cuanto a los retículos en sí es conveniente que los postes sean gruesos, ya que es más fácil de distinguirlos cuando la luz es escasa. El diseño variará de acorde a las preferencias personales y no tiene demasiada importancia.
Resumiendo, una buena mira para aguardo suele serlo una variable de 3 a 9 x 42 a 45 milímetros de salida, de gama media, con retículo luminoso y postes gruesos. Por supuesto que un telémetro incorporado es una soberana tontería, ya que estará disparando a una distancia fija y conocida por Ud.
Bien, ahora tiene Ud una idea general de las armas y sistemas adecuados para el aguardo. En el próximo número veremos cuales son los cartuchos útiles en ésta modalidad.