CARACTERÍSTICAS DEL CUCHILLO DE RECECHO.

Desde el hombre primitivo hasta le era actual, los cazadores hemos mantenido el mismo dilema: ¿cual es el cuchillo ideal para la caza? La pregunta no parece tener una repuesta sencilla, sí es que la tiene. Texto: Rodolfo Catini.

Nótese los reflejos de las hojas de un árbol sobre el acabado perfecto del metal.

¿Porqué, se preguntará Ud, en ésta era de materiales espaciales y bisturí a laser, qué tan difícil puede ser diseñar algo tan simple como una clásica herramienta de corte manual? Es que el problema no radica en los materiales, o en saber como diseñar, sino en la disparidad de las funciones que debe de cumplir dicha herramienta. Recuerde que para comenzar, existe más de una forma de cazar, y las diferencias entre un cuchillo para rececho, de otro para acecho y un tercero para remate, son inmensas, sin entrar a comparar con las de un cuchilo de uso general, que es una verdadera herramienta multi uso.

Un cuchillo de caza debe de ser capaz de realizar tantas tareas que se hace difícil hallar aquel que cumpla con todas ellas eficientemente. Los compromisos que hay que realizar para lograr una herramienta de estas características, y que además esté bien balanceada son tantos, y tantos los gustos y tamaños de los usuarios por complacer, que la empresa de encontrar ese cuchillo ideal se torna en una quimera.

El raspador, antecesor directo del cuchillo, fue quizás una de las primeras herramientas que el hombre fabricó, y no es casual que la creación de éste utensilio, que representa el ingenio humano, haya visto la luz impulsado por las necesidades que se creaban alrededor de una actividad básica de nuestros predecesores: LA CAZA.

Desde los primeros cuchillos de pedernal u obsidiana, hasta los mas modernos de cerámica o titanio de hoy, hay un hecho en común con respecto a su manufactura que no hemos podido resolver: producir un modelo universal que sea el ideal para la caza. Si bien ya han pasado varios miles de años desde nuestros primeros intentos, y en el ínterin hemos fabricado billones de cuchillos, el problema sigue sin haber sido resuelto a entera satisfacción, y sí se juntasen diez cazadores para definir cual es el ideal no creo que lograsen ponerse de acuerdo. Ni hablar de la reunión de diez mil.

Para el hombre cazar fue, y continua siendo, una actividad principal. Inclusive hoy , cuando el hecho de salir a abatir la presa que nos alimentará no sea una necesidad cotidiana, ya que para ello existen los frigoríficos. Pero aún así no podemos prescindir del cuchillo, particularmente en esos lugares de faena, en los cuales las diferentes facas son el alma de la industria. Como tampoco podemos hacerlo en nuestro hogar, donde poseemos uno para comer, otro para deshuesar el pollo, uno con filo tipo serrucho para cortar el pan y hasta un tercero para trozar el asado que hemos de servir. Y si no veamos la valija de un chef, que lleva diez o doce, todos de formas distintas y para usos específicos.

Después de leer estas frases, y particularmente cuando nos hallemos en medio del campo, a solas con nuestra alma y el cuchillo, donde el cazador actual, criado a pavimento y smog del mas denso, y con tan poca tradición en el uso de ésta herramienta se encuentra en desventaja, recién nos daremos cuenta si hicimos la elección correcta con respecto al cuchillo que calzamos.

ESCOGIENDO EL CUCHILLO PARA LLEVAR.

Cuando armamos el equipo de caza, generalmente incluimos dos o tres cuchillos, de distintas formas, tamaño, peso y encabados, y todos con distintas funciones en mente.

El plan en entre otras cosas, es emplear uno pequeño de punta roma para no estropear el cuero, otro más grande para poder despostar, una hachuela para cortar huesos y articulaciones y también hasta un facón o daga para rematar un pieza si tenemos la posibilidad de salir a cazar con perro y cuchillo.

Pero esas elecciones y exceso de equipaje se hacen en la comodidad del hogar y contando con la conveniencia de un vehículo para transportar todo. Pero ya en el campo, y cuando empezamos un rececho que puede durar uno o varios días y tenemos que seleccionar el equipo mas compacto que podamos, al momento de colocarnos el cuchillo a la cintura, surge la pregunta, ¿cual es el ideal?

Hay que recordar que cazando al rececho raramente al momento de abatir la pieza estemos cerca de la base, por lo general sin compañía ni ayuda y armados con un solo cuchillo que debe de servirnos para destripar, cuerear, despostar, cortar leña para el fuego, y hasta para sacarle punta a un palo ante cualquier eventualidad.

No ocurre lo mismo cuando se caza al acecho desde un campamento base bien montado, ya que todo lo que necesitaremos para nuestra actividad puede ser acarreado con facilidad hasta el apostadero, dado que el trayecto hasta el ese lugar normalmente se hace en un vehículo. Vehículo que luego se emplea para transportar el trofeo, sin necesidad de despostar previamente cómo ocurre cuando uno caza al rececho.

De modo que para éste último tipo de cacería, todo lo que se necesita es un cuchillo para despanzar (eviscerar), que es lo único que no puede esperar, ya que el cuereado y despostado por lo general se realiza al día siguiente con buena luz, contando con absolutamente todas las facilidades, entre las que se incluyen un polea con cuerdas para colgar a la presa y permitir a la carne bajar la temperatura, varios tipos de cuchillos, piedras y demás elementos para afilar, amén de sierras para los huesos más grandes.

CUCHILLOS DE ACECHO, CUCHILLOS DE RECECHO, CUCHILLOS AL FIN.

De ésta comparación entre las necesidades que plantean estos dos estilos tan diferentes de cacería surgen las primeras características que caracterizan al cuchillo apto para el rececho.

Detalles del encabado y vaina dedl cuchillo del autor.

Para comenzar, el cuchillo del recechista tiene que servir para despanzar, cuerear, despostar, cortar articulaciones y separar huesos. Ya veremos que cada uno de estas tareas requiere de ciertas cualidades específicas de la hoja, y que el cuchillo de rececho además de poder satisfacer estas necesidades debe de ser capaz de servir para otros menesteres.

Para comenzar a plantear el problema uno debe preguntarse ¿cuántos cuchillos específicos necesitaríamos como mínimo para procesar una presa en medio del campo y a solas? La repuesta es básicamente dos a tres (dos solamente en el caso de que el cuchillo empleado para eviscerar se adapte para despostar).

El primero puede ser uno pequeño, de 8 a 11 cm de hoja, de punta redondeada y que corte muy bien, que es el que usaremos para cuerear.

Muchos dirán que vieron a la gente del campo (y a Rambo) con cuchillos de grandes dimensiones realizar esa tareas de microcirugía a la perfección. Básicamente esto es correcto, pero......., recuerde que la gente de campo nace con el cuchillo a la cintura, que posee un entrenamiento en su uso que Ud y yo carecemos, y que además lo emplean para otros menesteres que no son los de la caza, por lo tanto esas herramientas no nos interesan, ya que de cuchillos de caza es exactamente de lo que aquí estamos hablando. En cuanto al cuchillo de Rambo y el personaje en sí, bueno, eso es simplemente Hollywwod.

Para la mayoría de los cazadores que salen 2 a 3 veces al año y con muy poca experiencia en la tarea de cuerear y despostar, una de estas grandes cuchillas como las que emplean los paisanos resultaría sumamente incómoda, ya que no estan habituados al uso cotidiano de las mismas.

Además del cuchillo para cuerear necesitaremos un cuchillo de hoja no muy ancha, de quince centímetros de longitud, con punta y un filo aceptable para abrir y eviscerar (despanzar) la pieza, operación que siempre se hace cortando la piel desde el lado interno, y dentro de los posible sin tocar el pelo, teniendo además sumo cuidado de no cortar las vísceras o de perforarlas con la punta del cuchillo so pena de contaminar la carne con bacterias intestinales.

La técnica consiste en hacer un ojal en la piel por donde introducir la hoja con el filo hacia arriba, y con la punta del dedo guiar la misma en los primeros cortes, asegurándonos en el proceso de no punzar las vísceras con el cuchillo. Luego, manteniendo la punta apuntando hacia arriba y afuera, al mismo tiempo que con la otra mano se levanta la piel y se la tira hacia fuera del corte, se lleva el cuchillo hacia adelante en un solo movimiento continuo hasta alcanzar el extremo de la presa. Para esto se necesita de un filo muy aceptable, además de práctica.

El corte se hace desde el ombligo (teóricamente), hasta el el ano, y desde el ombligo hasta la base de la mandíbula, siempre siguiendo la línea media. De ésta forma, sí se es un poco práctico, es posible extraer todo el aparato digestivo, junto con el corazón, pulmones, vejiga y el hígado en una sola maniobra y como un conjunto, sin derramar contenido intestinal o vesical dentro de la cavidad abdominal.

Éste cuchillo no precisa ser de grandes dimensiones, aunque sí así fuese (hasta veinte centímetros de hoja) puede resultar conveniente al momento de tener que partir algún huesos o hacer palanca dentro de una articulación. Incluso puede presentar un pequeño serrucho sobre su lomo para facilitar la tarea de aserrado de los cartílagos que unen las costillas al esternón.

CUEREANDO Y DESPOSTANDO.

Veamos entonces como tendría que ser el cuchillo utilizado para cuerear, que como decía anteriormente no debe ser largo ni muy grande.

Éste hermoso e resultar insuficiente en manos no expwertas, cómo en el caso de la myoría de los cazadores.

El motivo para ellos es que una hoja larga crearía un brazo de palanca demasiado extenso, en cuyo caso un pequeño movimiento de la muñeca se magnifica y traduce en un amplio movimiento en la punta del cuchillo, con el riesgo que esto implica de cortar donde no deseamos hacerlo.

Particularmente no tiene que poseer una punta muy aguda, para no perforar la piel, arruinándola para una posterior taxidermia del trofeo, o por sí decidimos utilizarla como alfombra o extenderla sobre una pared.

La hoja debe ser corta para ser manipuleada con facilidad y redondeada en su extremo anterior para poder separar el cuero de los músculos y membranas en un movimiento semicircular. No es necesario que tenga un espesor respetable, pero sí tiene que estar bien desbastada para poder afilarla con facilidad. A éste cuchillo por sus características no le podemos pedir que corte huesos o las ramas para realizar un apostadero, ya que carece del peso y longitud, y que además siempre tiene que estar bien afilado.

Una ves que se termina de cuerear, se comienza con el despostado, tarea que a su vez requiere de cortes muy precisos.

Básicamente despostar consiste en separar las cuatro extremidades del costillar y el espinazo, y luego de extraer los lomos proceder a separar la carne del hueso de los miembros.

La extracción de los lomos es un procedimiento sumamente sencillo y que no presenta inconvenientes, por lo que se puede realizar casi con cualquier cuchillo. Separar las extremidades de la pelvis y de los hombros es otra historia, que requiere poder cortar una articulación robusta de por sí. Sin embargo es una tarea que requiere más maña que fuerza, por lo que un cuchillo demasiado grande resultará contraproducente.

El desposte de los miembros consiste en separar los grandes grupos musculares del esqueleto que los sostiene. Los mismos se encuentran fijados a los huesos largos por medio de tendones que parten de los dos extremos del músculo, de manera que sí uno corta estas dos uniones el paquete muscular puede ser extraído como una sola pieza.

Los tendones no son fáciles de cortar y son muy resistentes a la tracción, y para seccionarlos se precisa de una hoja con buen filo, que en ocasiones debe de alcanzar la profundidad, por lo que debe de ser fina y larga.

Solamente sí deseamos procesar el costillar, necesitaremos de un cuchillo más robusto, cosa de poder partir o serruchar huesos planos, lo que normalente se hace a sierra.

Estas son básicamente las funciones que debe de cumplir un cuchillo de rececho en cuanto al procesamiento de la presa. Pero las necesidades del recechista no terminan aquí. Aún debe de poder comer, cortar alguna rama y alisar el piso dónde ha de armar la carpa o colocar la bolsa de dormir, y todo con un solo cuchillo.

EL CUCHILLO DE RECECHO.

El mismo debe de ser capaz de cumplir todas las funciones antes descriptas, conformándonos con una sola hoja que no puede ser ni muy ancha ni muy fina, ni muy larga ni muy corta, ni muy puntiaguda ni demasiado roma. Pero, ¿existe algo así?

Para conjugar todas estas cualidades en un solo cuchillo, personalmente construí uno de 19 cm de longitud de hoja, de 4 cm de ancho y 4 mm de espesor en el lomo, que se va afinando hacia la punta.

El lector podrá argumentar que esas medidas no son las ideales de un cuchillo para cuerear, ni tampoco las de uno para uso general e indiscrimando en el campamento, o para despostar. Esto es absolutamente cierto, pero recuerde que el objetivo era el de fabricar un cuchillo que nos sirviese para una serie de funciones que en ocasiones se contraponen, para lo cual ha sido necesario sacrificar ciertas principios en aras de un balance armonioso aunque no perfecto.

De la tres cuarta parte hacia delante, el lado de corte de la hoja toma una curvatura respetable, terminando en punta. El filo es progresivo. El tercio anterior presenta una superficie de corte tipo navaja, que es el que destino generalmente para abrir, cuerear y cortar tendones durante el desposte.

El tercio medio, un poco mas grueso, es el empleado para poder cortar los pelos y el cuero de los animales, o para afilar un palo, mientras que el tercio posterior, el más cercano al cabo, tiene un filo que me permite golpear contra un hueso o una rama sin que se melle.

Para realizar este cuchillo partí de varios dibujos hechos en una cartulina, para luego cortarlo y usarlo de molde. Éste lo pase a una planchuela de acero 9260 y por medio del desbaste, con una amoladora y a lima le fui dando la forma que me gustaba.

Después lo templé en un horno electrico a 900 grados, para luego sacarlo y enfriarlo de golpe en aceite. El templado le da demasiada dureza, por eso después lo revení llevando la pieza al horno nuevamente a 200 grados y dejándola enfriar dentro de este, para que adquiera tenacidad, es decir flexibilidad para que no se parta al impacto.

El proceso de pulido fue realizado con una amoladora, empezando con bandas de grano 120 y terminando con una de grano 400, y el pulido final se realizó a mano con una hoja de grano 1200. El brillo se obtuvo con pasta de pulir pasada con moladora de banco.

Para el cabo empleé un asta de ciervo colorado con la roseta incluida, que calzaba perfecta en mi mano, con una longitud de 15 cm. Recuerde que el cabo es el que permite empuñar y utilizar correctamente la herramienta, de manera que estas medidas son las correctas para mis características físicas, pero deben de ser tenidas en cuenta para cada caso en particular.

La vaina esta hecha con suela engrasada de 3.5 milímetros de espesor, ya que este es un cuero que por el proceso de curtido es resisitente al agua y la humedad. La misma fue cosida a mano y presenta un aplique de piel de víbora para realzarla, además de presentar pasa cinto y traba para no perderlo en caso de enredarse en la vegetación o durante una corrida.

CONCLUSIONES.

Detalles del encabado en asta de ciervo rojo.

Por las razones mencionadas en cuanto a las funciones que debe de cumplir un cuchillo para este tipo de trabajo, por las diferencias de criterio y de grado de entrenamiento en el uso de ésta herramienta, y por las notables variaciones en las características ergonométricas de cada uno de nosotros, el cuchillo presentado no pretende ser el ideal para todos los cazadores.

Lo que simplemente quise hacer fue mostrar que después de probar distintas formas y tamaños encontré uno que casi se adapta a todo lo que pretendo, pero reconozco que difícilmente se encuentren dos personas que coincidan con mi criterio en cuanto al cuchillo de caza ideal.

No creo haber alcanzado en este modelo la perfección, y talvez nunca lo logre, pero esto es bueno pues me da pié para seguir intentándolo, y al menos ya tengo un molde desde el cual partir.

Nunca tendremos el cuchillo ideal que nos resulte perfecto para todo, ya que ello no depende solamente de éste, si no del grado de habilidad que alcancemos con el mismo en el uso cotidiano, y es ese factor humano el cual hace tan difícil la tarea de hallarlo.

por Daniel Stilmann