RECETA PA´L CHANCHO: LA MOSSBERG 5500 MK II DE CAÑÓN ESTRIADO.

No tema, ésta NO es una nota culinaria de esas que algunas revistas "de caza y pesca" se les ha dado por publicar. Las recetas a las que me refiero son las empleadas para curar pérfidas costumbres de jabalís tramposos.

Fotografía: Disparando la Mossberg cargada con Brenneckes de 500 grains.

Dígame, ¿qué cazador serio de chanchos no se ha visto obligado, aunque sea una sola vez a buscar en medio del monte, o de la noche, a un animal herido? En esas condiciones, ¿quién de los que han sufrido éste agravio no se lamentó profusamente por no haber usado un cañón en lugar de un anémico fusil, cosa de haber sentado al guarro de culo al pie del cebadero?

No, no es al temor a tener que buscar de noche un marrano maltrecho lo que nos hace desear tener una bombarda en lugar de un rifle, ya que sí el animal está aún vivo y no huye, es probable que esté tan maltrecho que no pueda ni moverse, y menos aún agredir. Y sí no está gravemente herido, o lo está levemente, se lo puede buscar hasta el hartazgo, que no se lo encontrará. Mientras pueda caminar, eso es exactamente lo que hará, caminar para alejarse de su agresor.

El problema de los animales seriamente lesionados que se niegan a desplomarse sobre su sombra con el impacto no transcurre tanto por el trabajo de buscarlo, como por el hecho de tener que arrastrarlo fuera del monte, a menudo a solas. Lamentablemente un jabalí que presiente que su fin lo está esperando a la vuelta de la esquina busca invariablemente lo más recóndito de la espesura para encomendar su alma al Wallhala de los puercos.

¿Nunca escuchó el ruido que produce un jabalín herido al romper monte, mientras que ni se los escucha cuando están ilesos y en su sano juicio? Ese ruido nos está indicando con pelos y señales que la presa está en medio de una carrera descontrolada, dejando saber a cuanta bestia que ande por la provincia que ha sido seriamente tocada.

Y es precisamente esa sinfonía caótica de ramas rotas, que tanto nos reconforta al asegurarnos que hemos hecho blanco, la que igualmente nos advierte del trabajo que nos costará recuperar ese trofeo, ya que cuanto más prolongada sea la serenata, más adentro del monte tendremos que ir a buscar.

EL PROBLEMA PLANTEADO Y LAS SOLUCIONES PROPUESTAS.

Pero el drama del sacrificado chanchero no termina con la recuperación de su presa, y menos aún en ese momento o lugar. El incidente puede llegar a perseguirlo por meses, dejándolo mal parado frente a comensales y colegas.

Daniel Rodríguez preparándose para una sesión con la Mossberg. La misma es una excelente herramienta educacional para reformar guarros malcriados.

¿Sabe cual es la broma póstuma que nos gasta estos animales que perecen malamente? ¿Nunca ha notado cuanto más difícil es quitarle ese gusto fuerte a estas presas en comparación a otras que ni se enteraron de que ya estaban en el cielo?

Tengo un amigo, Carlos Coto, que ha acabado radicalmente con estos problemas de rastreo de una forma simple. Sin importar el tamaño del jabalí les dispara a todos ellos con un .375 H & H cargado con puntas de 235 grains. O los mata la alta velocidad del proyectil, (que con ese peso es liviano para el calibre), o los mata el peso del mismo, (alto para el tipo de presa en discusión).

Simplemente se quedan quietecitos en el lugar donde los tocó, y sí corren rara vez lo hacen más allá de lo que los desplaza lateralmente el impacto, y Ohhhhhhh casualidad, siempre saben bien.

Por otro lado tengo otro amigo, Guillermo Suarez (El Gallego para los conocidos), que también decidió terminar a su manera con estos jueguitos de escondidas de los chanchos, pero con un método algo diferente al empleado por Carlos. Su teoría está basada igualmente en el método de la fuerza bruta, pero alcanzada a costa de bajas velocidades pero muy generosas cantidades de plomo y linotipo.

Con la esperanza de poder lograr su objetivo, dejar de una vez y en el lugar a los marranos quietos, tiernizados y saborizados, se compró una escopeta Mossberg calibre 12/75 de cañón rayado, capaz de disparar con mucha precisión proyectiles sólidos en forma de Brenneckes y Sabots.

Los primeros, especialmente recargados por un tercer amigo, Arturo, los acusan 530 grains de peso y parten al trote a modestos 1.300 pies por segundo. Pero el arma también acusa un buen manejo con los cartuchos de RWS de 602 grains a velocidades Magnum, 1500 pies / segundo, que desarrollan en la boca del arma una fuerza bruta igual a 3.045 libras / pie. En teoría ambos serían más que suficientes para terminar con estas travesuras de los chanchos.

En cualquiera de los dos casos, las bombas de Arturo o los petardos comerciales de RWS, el efecto sobre el guarro debe de ser similar al que se siente al recibir un planazo en medio de la frente propinado con un tablón de construcción, que supongo es como para desparramar al más pintado.

SOBRE EL PRIMER SIMPOSIO CHANCHERO PAMPEANO.

Pero una cosa es lo que dicen los fabricantes de puntas, pólvoras y armas, las tablas de recarga y nuestras conjeturas, y otra es la realidad.

La lógica indica que antes de armar el andamio es preciso estar seguro que el tablón soportará el peso.

Fotografía: El autor con dos de los voluntarios del simposio. El animal de la izquierda fue el que se presentó la noche del debut de la Mossberg.

Fue esto lo que decidió a Guillermo a concurrir al Primer Ateneo Cinegético en La Pampa (organizado por Guillermo y quien escribe con un total de dos inscriptos), con el fin de realizar las comprobaciones experimentales necesarias y poder salir así de su horrenda duda. Las jornadas científicas de dicho ateneo estaban dedicadas en esta ocasión al estudio de los "Promedios de sobrevivida de los Marranos luego de recibir un Plomazo Cojudo", y tomaron lugar durante la luna de septiembre en el coto de caza San Carlos de otros dos amigos; los hermanos Daniel y Federico Rodríguez.

Antes de continuar con la descripción de la escopeta Mossberg, que era el motivo original de ésta nota, tengo que mencionar un hecho fuera de lo común, pero digno de ser relatado, y que al fin y al cabo dio lugar a lo que están leyendo.

La relación con Guillermo Plügel comenzó por intermedio de ésta página, Ciervos. Idóneos. Com. Por motivos relacionados con la caza se puso en contacto conmigo utilizando la casilla de correo habilitada para el uso de los lectores. Luego por su intermedio conocí a Arturo Frutos y a los hermanos Rodríguez, que son los personajes de ésta nota. De continuar así acabaré formando un club con los lectores de la página con los cuales trabo amistad y se convierten en compinches de cacerías, lo cual me parece algo sensacional.

Bueno, volvamos a la escopeta. La Mossberg 5500 MK II, esa es su denominación comercial, es una semiautomática de cañón rayado de 24 pulgadas de longitud con un paso de hélice de 1 en 34 pulgadas, lo cual es ideal para estabilizar sus lentos, pesados y desbastadores proyectiles, que más que balas se parecen a corchos de sidra (me estoy refiriendo a los Brennecke).

LA MUNICIÓN.

Pero éste arma no solo dispara estos temibles obuses. También es capaz de lanzar los nuevos Sabots, que duplican el alcance con precisión del Brennecke.

Fotografía: Aletas estabilizadoras de un Brennecke de SAG de fabricado en Argentina.

Estos son proyectiles subcalibrados recubiertos por una capa plástica que es la que da el nombre al conjunto (Sabot, zapato en francés). Éste amalgama, y en particular el proyectil, que por ser de un peso substancialmente menor al de los Brenecke parte a velocidades más altas, otorgando un mayor alcance efectivo al arma.

El Sabot no es un invento reciente. Desarrollado por los franceses treinta años atrás para la artillería, su misión es la de permitir disparar proyectiles más livianos que los convencionales desde un cañón con un diámetro muy superior al del propio obús. Como estos proyectiles están recubiertos por el Sabot, que calza a medida dentro del cañón, se pueden disparar distintos tipos y calibres de municiones sin tener necesidad de tener una pieza artillera para cada una de ellas.

El Sabot, que no es más que la cubierta plástica del proyectil propiamente dicho, se separa del mismo a los pocos metros de la boca del arma, cuando la bala ya está casi estabilizada por el efecto de rotación que le imprimen las estrías del cañón (se acepta que una estabilización del 100% se adquiere recién a partir de los 100 metros).

De ésta manera en la Mossberg se pueden emplear proyectiles modernos de menor diámetro que el de su cañón, por ejemplo los de arma corta de 300 grains de peso, que por ser más livianos que el Brennecke, y al estar bien estabilizados permiten un alcance y una precisión antes desconocida entre las escopetas de caño liso empleadas para disparar proyectiles sólidos.

De paso, y ya que estamos con esto de proyectiles, los Sabots no funcionan bien en las escopetas de cañón liso, brindando una precisión que deja mucho que desear. Sin la fuerza centrífuga producida por el movimiento de rotación que imprime el cañón al conjunto, la separación de la cubierta del proyectil hace que el mismo pierda toda precisión.

Por oposición, los proyectiles tipo Brennecke con aletas estabilizadoras y carentes del Sabot, tampoco funcionan correctamente en las escopetas de cañón rayado, y en la de ánima lisa dan una precisión lamentable.

Estas armas de cañón rayado, al igual que los proyectiles sólidos de plomo para las mismas, no son precisamente algo nuevo en el mercado, aunque desconozco quien las inventó. Como sea, son muy comunes en el Este de los Estados Unidos, zona boscosa y densamente poblada, donde la legislación prohíbe el uso de armas de largo alcance por razones obvias y que hacen a la seguridad.

En cuanto a la historia y evolución de los proyectiles sólidos para ser empleados en cañones lisos es aún más larga que la de las escopetas rayadas, y será motivo de otra nota, pero baste decir que hasta la aparición del Sabot no se pudo obtener una buena precisión con estos elementos tanto en cañones lisos como estríados.

Hace aproximadamente 10 años, con la aparición en el mercado de los Sabots comerciales de uso deportivo, todas las casas de armas americanas comenzaron a producir escopetas con juegos de dos cañones intercambiables, uno liso y otro estriado, de manera de cubrir las necesidades de los cazadores americanos que desean poseer en una sola arma las dos que precisan para realizar caza menor y mayor.

ACCIONES, USOS Y APLICACIONES.

Los tipos de acciones que aparecieron en el mercado en los últimos años destinados a estas escopetas son los semiautomáticos, de cerrojo y en algunas armas de menor precio, las acciones de quebrar o de un solo disparo.

Todas estas armas son muy precisas, contando con los avances de la tecnología aplicada a los fusiles modernos, incluyendo miras abiertas y las colisas y sistemas adecuados para el montaje de miras telescópicas aptas para caza mayor.

La precisión que garantizan estas armas cuando se las emplea con Sabots es de 2 pulgadas a 100 metros, que comparada a la clásica pulgada a 100 metros de los fusiles modernos resulta más que aceptable. Su alcance máximo efectivo en cambio no supera los 125 metros, pero recuerde que fueron diseñadas para proveer al usuario de un alto poder de detención en disparos que jamás superan los 50 metros de promedio (distancia a la cual el disparo puede considerarse rasante), de manera que desde ese punto de vista estas armas cubren con creces las expectativas puestas en ellas.

Para aquellos que cazan al rececho en montes cerrados (pecarí y corzuela, e incluso los ciervos colorado y axis), o apostados a distancias que no superan esa centena de metros, estas escopetas pueden ser consideradas como más que aptas. Tres mil libras pies en la boca es casi la energía que otorga una punta de 150 grains de peso disparada por un 8 milímetros Remington Magnum, uno de los muchachos "pesados" y más pateadores del mercado, si es que los hay.

¿El retroceso del chiche me pregunta Ud? Suavecito y muy pero muy manejable, quizá por el diseño de la culata, la cantonera de goma incluida o por la carga modesta de Arturito, pero la cuestión es que ni se hizo sentir y permitió una toma de puntería de lujo y sin sobresaltos.

Pero todas estas bondades sobre el arma y su cartucho son las que rutinariamente mencionan los fabricantes en sus argumentos de venta, y Guillermo deseaba asegurarse sí el engendro escopeta/cartucho era realmente capaz de hacer lo que prometía y terminar con su pesadilla porcina.

LA PRUEBA DE CAMPO.

Para ello había una sola forma de salir de la duda: la vieja y saludable costumbre de ir a cazar en lugar de perder tiempo en estériles tertulias de polígono sobre las bondades teóricas de algo que desconocemos como funciona en condiciones reales.

Tanto va el cántaro a la fuente. Al tercer disparo el tronco se rajó en dos partes. Los dos Brenneckes recuperados.

Dicen que en la cancha se ven los pingos y hacer agujeritos en un papel bajo condiciones ideales no es lo mismo que perforar cuero, carne y huesos bajo presión, mala iluminación y a los apurones.

En fin, decidida la fecha del Ateneo partí un lunes por la noche en un bus ejecutivo de los que hacen la línea Retiro Bariloche, el cual me depositó gentilmente en el Cruce de Montes de Oca, la puerta del campo. Llegué al otro día a eso de las 6 de la mañana, recién despertado, afeitado y taza de café en mano. Servicio puerta a puerta que le dicen.

Guillermo me estaba esperando a la vera del camino con su camioneta con las balizas puestas. Era esa la forma en que reconoceríamos el lugar donde parar para que descendiera. Él venía de estar apostado toda la noche, de manera que mi llegada le había robado un par de horas de cacería, justo las del amanecer, pero supo disculparme.

Esa mañana recorrimos los apostaderos del campo, todos ellos con cebaderos automáticos activados por células fotoeléctricas, una verdadera joyita de la tecnología nacional. En realidad fueron diseñados y construidos por Guillermo, el cual es ingeniero químico retirado, enfermo por los chanchos y que no tiene nada mejor que hacer en la vida que atizarle duro en cada luna llena.

Luego de la recorrida por el campo procedimos a constatar el punto de impacto de la Mossberg a 50 metros. La misma había sido regulada por Arturo en el polígono de Quilmes, pero teníamos que asegurarnos que luego del viaje aún mantenía el mismo punto de impacto. Para ello colocamos un tronco de unos 25 centímetros de diámetro en medio de uno de los corrales, y disparamos apoyados desde la manga. Un polígono bien campestre y carente de los aspectos sociales característicos de muchos otros, pero al menos un tanto más cercano a las condiciones a las que someteríamos a la escopeta esa noche.

La misma está dotada con una mira óptica Carl Zeiss (Jena) de 4 aumentos. Esa era la mira de fábrica con que venía un Brno .308 que Guillermo se compró hace 25 años, pero que hasta el día de hoy provee de una magnífica visión, aun en medio de la noche. La base para las anillas de sujeción, un riel, tuvo que ser maquinado por él, ya que los sistemas de fijación de Brno no son compatibles con los de la Mossberg. Un poroto más para el muchacho, aunque no el último de ésta nota.

Con el tronco listo en medio del corral y el tirador voluntario preparado llegó la hora de la verdad. Sólo restaba largar el toro al rodeo. Había llegado el momento de probar los Breneckes caseros de polifacético Arturito, "cocinero" honorario del grupo, ya que es el encargado oficial de las recargas. Lo de cocinero va por sus recetas para la munición, por cierto bastante "picantes", aunque muy precisas.

Para la ocasión nos había preparado unos Breneckes de 510 grains al Disulfuro de Molibedno, cocidos en un molde Lyman Sabot Slug, condimentados con 34 grains de Z 90, habiendo sazonado los tacos plásticos con su lubricante preferido (molibdeno) de manera de evitar el depósito de plástico sobre las estrías del arma y reducir la fricción.

HACIENDO LEÑA.

Bueno, el primer disparo tomó al tronco justo en el borde inferior del mismo, desacomodándolo y haciéndole saltar un pedazo de astilla.

El resultado fue aceptable, pero nada parecido a lo que todos esperábamos. Lo que deseábamos que ocurriese era ver saltar al maldito pedazo de madera y que terminara convertido en escarbadientes.

Fotografía: Una de las dos mitades en las cuales se partió el tronco volando por el aire. Nótese las astillas y fragmentos a la izquierda del tronco.

El segundo disparo lo tomó justo en el centro, y esta vez sí que salto por el aire, con el proyectil firmemente incrustado en él, aunque a una profundidad desconocida. Si bien no encontramos orificio de salida, las cosas mejoraban.

No fue hasta el tercer disparo en que nuestras caras se iluminaron. Esta vez el tronco volvió a saltar, pero se partió en dos en medio del aire, enviando las mitades en direcciones opuestas con una violencia inusitada. Lamentablemente la toma fotográfica solo captó una de las mitades, ya que la otra desapareció del visor de la cámara.

Para colmo tuvimos tanta suerte que logramos recuperar los dos proyectiles que hicieron blanco de lleno, de manera que pudimos formarnos una idea clara de su performance y del potencial de parada. Si uno se fija detenidamente en la fotografía de la mitad del tronco sobre la cual están apoyados los dos Brenneckes deformados, a la derecha de la misma se puede apreciar un túnel longitudinal labrado por uno de ellos.

Éste túnel recorre a la madera desde la cara anterior hasta su salida por la cara posterior, unos buenos 25 centímetros de recorrido. El recorrido no es una línea recta perfecta, si no ligeramente curvada, probablemente debido a la falta de resistencia ofrecida por el tronco, el cual no se encontraba fijado de manera alguna a la tierra. La prueba resultó sumamente gráfica y nos impresionó saludablemente. Las cosas prometían ponerse interesantes esa noche, aunque un tanto duras para los chanchos.

El almuerzo fue bueno, abundante y divertido, y después del mismo se impuso la rigurosa siesta pre apostada, que finalizó a eso de las cinco de la tarde y que dormí en la casa de los cazadores. La misma cuenta con tres habitaciones, baño completo con agua caliente, energía eléctrica, calefacción y una cocina gigantesca con fogón incluido.

LA CACERÍA.

A las cinco de la tarde partimos para el apostadero. Todos ellos son nuevos, absolutamente impermeables y sin rendijas que dejen colar el frío o filtrar hacia el exterior ningún tipo de olor, y muy cómodos.

Fotografía de los resultados. Las palabras son innecesarias.

Conmigo llevaba mi inseparable "bolsito de los chanchos", con una linterna, un encendedor (para determinar la dirección del viento) y algunas otras cosas más, como agua y café caliente.

La cancha de tiro la constituía un camino de servicio, al lado del cual, y a unos 35 metros de distancia del búnker se encontraba una charca / revolcadero que con Guillermo procedimos a decorar en su perímetro con un poco de maíz en granos.

El voluntario para el experimento se presentó a las nueve y treinta de la noche, y se puso a comer sin demasiados preámbulos. Esperé hasta que se hubiese colocado ofreciéndome su flanco izquierdo, y apuntando a la paleta de ese lado le envié el misil, el cual salió por la parrilla costal del lado opuesto con los efectos que se observan en la fotografía. La misma es tan elocuente que hace innecesario entrar en detalles. El animal se desplomó muerto cayendo sobre el lado de entrada del proyectil, por lo que puedo decir que ni siquiera se movió del lugar de donde recibió el impacto, que es justamente la hipótesis de trabajo que queríamos demostrar y que dio lugar a éste Simposio Cinegético.

Tanta confianza ha adquirido Guillermo en su escopeta después de esto que me ha dicho que de ahora en más va a ir al apostadero con algo de pan y la servilleta ya al cuello.

Daniel y Federico Rodríguez no pagaron por ésta nota ni tampoco me pidieron que la escriba. Simplemente se pusieron a disposición para nuestros experimentos sin pedir nada a cambio. Además son lectores de la página. La misma está al servicio de todos, y considero que uno de las prestaciones que puede y debe de brindar a aquellos que la leen es la de informarles sobre lugares donde se trata correctamente a los cazadores y hay buena cacería. Lamentablemente estamos invadidos por "cotos" donde las cosas terminan no siendo lo prometido y con animales de corral en lugar de salvajes, o sin animales por falta de preparación. Por todo esto no encuentro motivo alguno para no darles una mano como una forma de retribuir las atenciones recibidas de su parte.

La zona de Río Colorado, donde se encuentra el coto de caza, siempre fue considerada como muy buena para los chanchos y pumas, y su campo no es la excepción a la regla. Inclusive ya están siendo visitados por ciervos colorados que se están desplazando desde el oeste.

El lugar es sumamente recomendable, por su belleza, por las instalaciones, la comida y el trato recibido, y por sobre todas las cosas, por la cantidad de fauna que presenta. Tengo entendido que los precios son también muy accesibles, pero eso lo tendrán que tratar directamente con ellos.

La prueba de la cantidad de guarros que habitan en forma permanente en el lugar es que al día siguiente del episodio relatado en ésta nota maté dos en una sola noche y en un mismo lugar, con una hora de diferencia entre cada uno. Y sospecho que podría haber matado más, pero tres es la cantidad tope que acepta mi freezer.

por Daniel Stilmann