JABALI VI. CAZANDO SOBRE CEBADEROS Y SEÑUELOS.

Los cebaderos, señuelos y reclamos son variantes de una idea antigua, que busca atraer a la presa a un lugar previamente escogido mediante el empleo de un engaño. Texto: Daniel Stilmann.

Fotografía: Los cebaderos pueden ser artificiales o naturales, como en éste caso, en el cual el ciervo se alimenta de bayas. De allí la utilidad de conocer los hábitos de nuestras presas y nuestro territorio de caza.

Lo que se busca con ello es lograr que el animal se dirija voluntariamente hacia al cazador, aprovechando la oportunidad para ubicarlo dentro del alcance efectivo del arma que dispongamos. Esto es particularmente útil cuando se caza con arco y flecha, armas de puño o de cañón liso, todas ellas de alcance reducido. Obviamente antes del advenimiento de las armas de fuego, e incluso del arco, la caza al acecho representaba el pináculo de la tecnología cinegética.

Con el advenimiento de las armas modernas, que con su alcance han hecho parcialmente innecesarios estos ardides, y con los cambios en el tipo de vida que llevamos, el arte de cazar emboscando sobre cebos se ha ido perdiendo paulatinamente.

Muy pocos cazadores en la actualidad conocen los secretos del armado de apostaderos sobre cebos naturales o artificiales, y menos cazadores aún se encuentran dispuestos a pasar una noche a la intemperie y a solas. Simplemente el arte y la tradición se han perdido en buena parte.

Sin embargo la técnica es aún moneda corriente en el continente americano y en el África, donde en algunos casos se mantiene intacta, tal como fuera desarrollada por los nativos, y en otros casos como se heredó de los viejos colonizadores.

Probablemente todas las especies animales pueden ser cazadas de ésta forma, pero solamente nos concentraremos aquí en las técnicas aplicadas en la cacería del jabalí. Por la extensión del tema, la caza con señuelos de cérvidos y otras especies, ya sea con reclamos auditivos, olfatorios o visuales será tratada en otro momento y separadamente.

De aquí en más la palabra cebadero será utilizada para las trampas montadas a base de los diferentes alimentos, mientras que el término señuelo será aplicado al resto de los ardides basados en engaños de origen olfativos. Con los suidos los trucos basados en estímulos visuales y los auditivos o reclamos quizá resulten, pero al menos quien escribe no tiene constancia de su uso.

LOS CEBADEROS.

Siendo el jabalí un omnívoro se dividen los cebaderos en dos grupos, basado uno de ellos en el empleo de hidratos de carbono como granos, tubérculos, frutas y bayas, y aquellos en forma de proteínas, la cual se ofrece como carroña.

Fotografía: El agua es un poderoso imán para la fauna en aquellos territorios donde escasea.

El agua, cuando solamente se ofrece para ser bebida entra dentro del grupo de los cebaderos, mientras que cuando está en forma de lodo, o mezclada con aceite quemado, insecticida o gasoil, se clasifica dentro de los señuelos, ya que el animal es atraído hacia la misma por su fuerte olor. Lo mismo ocurre con el empleo de orina de jabalí hembra o de cerda doméstica en celo.

El alimento universal empleado tanto para suidos como para cérvidos es el maíz, por su economía, facilidad de manejo y por su aceptación, pero el trigo, avena y soja también son tomadas con avidez.

La ventaja que ofrecen los cebaderos artificiales en comparación a los cebaderos que ofrece la Naturaleza, es que los primeros pueden ser armados con elementos que debido a la época del año nos están disponibles para los animales.

Incluso aquellos animales que normalmente no están en contacto con los cereales ofrecidos por no ser originarios de la zona, una vez que los prueban se tornan rápidamente adictos a los mismos. En éste caso el cebadero es doblemente efectivo, ya que tiene la competencia de la Naturaleza en cuanto a oferta.

Al comienzo puede ser que el animal no toque el cebo, ya sea por desconocerlo o por detectar en el mismo el olor del humano o el que adquiere el grano en las bolsas. Pero pasado uno días, y luego de comprobar su inocuidad, el animal comenzará a tomarlo.

EMPLEANDO MAIZ.

El maíz puede darse en granos o sobre la mazorca, y ambos sistemas presentan pro y contra.

El maíz en granos debe de ser enterrado para que los pájaros no se lo coman antes de la legada del jabalí, que ocurre después del anochecer.

Fotografía: Nótese como los animales se han dividido en grupos para comer alrededor de pozos con maíz brindando al tirador la oportunidad de escoger su blanco a gusto. Esto se logra separando los pozos entre sí adecuadamente.

Lo ideal es realizar ocho o diez pequeños pozos con una pala de no más de 30 centímetros de profundidad, en los cuales se coloca tan solo un puñado de maíz que luego se cubre con tierra.

En las primeras veces se puede agregar un poco de agua, la cual al humedecer el grano hará que éste se torne más aromático, de manera de reforzar la acción del olor sobre el suido. Incluso se puede dejar unos pocos granos en la superficie para facilitar la localización del cebo por parte del animal.

Los pozos deben desplegarse en abanico frente al apostadero, con una separación de dos metros entre sí. La idea es obligar al grupo a dispersarse entre sí, permitiendo al cazador escoger el blanco, o en caso de ser un solo animal obligarlo a permanecer por más tiempo frente a la mira, ya que tendrá que hozar en varios lugares, ofreciendo al tirador distintos ángulos de disparo.

El maíz puede ser reemplazado por frutas y hortalizas como la manzana, peras, duraznos, papas, zanahorias o remolachas, pero en realidad cualquier cosa comestible terminará por atraerlos. He llegado incluso a cebar con éxito con un lata de sardinas, claro está que en ese caso los zorros compiten ávidamente por la carnada. Por su lado la miel está considerada como un néctar por los jabalís, pero como cebo es algo más caro.

Sí el maíz será dejado en la mazorca, puede ser presentado a flor de tierra, sin necesidad de enterrarlo, ya que la chala (hojas) que lo envuelve lo protegerá de los pájaros, pero no del ganado vacuno que pudiese haber en el área.

Los cebaderos enterrados se revisan y completan con su carga de granos por la mañana temprano, para apostarse en sus cercanías recién unas dos horas antes del oscurecer. El motivo para esto es que el jabalí abandonará su área de encame a media tarde, para dirigirse aún con luz hacia la zona del cebadero, al cual entrará recién después de la puesta del sol, después de cerciorarse que la zona está libre de moros. Por lo tanto el cazador debe de encontrase apostado y perfectamente inmóvil antes del oscurecer, para poder soportar y pasar el examen del lugar que harán los suidos antes de visitarlo.

Para que un cebadero sea efectivo y no apostarse a esperar de balde, el mismo debe de ser repostado cada día, al menos durante la semana previa a la cacería. Un cebadero que es atendido en forma diaria atraerá animales todas las noches, aunque esto no garantiza que los mismos sean trofeos.

El otro cebo basado frecuentemente utilizado es la carroña, básicamente proveniente de algún animal domestico sacrificado con ese fin, o alguno que pereció por causas naturales, que simplemente se deja al descubierto, para que con el olor que desprende atraiga a los suidos.

Los mismos no tocarán la misma en los primeros días, hasta que la carne en descomposición los atraiga. El problema de esto es que algún felino puede servirse de la misma antes de que los jabalís decidan aprovecharla, aunque habiendo un cazador en el apostadero en ese momento el problema se transforma en una bonanza.

Cuando el cebo es demasiado grande para ser movilizado, como ocurre con vacunos y equinos, el, apostadero se arma en las cercanías del mismo.

Un detalle de buena técnica es arrastrar con un vehículo el cebo hasta el lugar dónde se armará la espera para crear un largo rastro lineal que incrementará las oportunidades del cazador.

La bebida.

Apostarse alrededor de una bebida significa apostar a una entrada tarde del animal, ya que en caso de estar los cebaderos separados de los bebederos éste comerá primero y beberá después.

Las charcas son particularmente productivas cuando el agua escasea en la zona, y más aún durante los meses cálidos. Durante los días muy calurosos es probable que el animal beba antes de ir a comer, por lo que apostarse temprano en el lugar puede ser un éxito.

Las esperas alrededor de las charcas son particularmente bellas, ya que a las mismas concurren diferentes especies en un incesante desfile que mantiene entretenido al cazador.

Sí en el área existe más de una charca, la forma de obligar a las presas a dirigirse a la que uno desea es colocando una radio encendida en aquellas que deseamos anular. No hace falta dejar la misma a todo volumen, ya que las presas tienen oídos muy finos, pero hay que tener la precaución de ubicarlas de tal manera que el viento arrastre el sonido hacia el agua.

LOS SEÑUELOS. LAS BAÑAS.

Por bañas entenderemos a aquellas naturales o artificiales formadas por lodo, a las cuales se les puede agregar insecticida, gasoil, aceite quemado o barato en polvo.

Fotografía: Estas bayas representan un fuerte atractivo para la fauna. Averigüe en su área de cacería cual es el alimento preferido de su presa y cuando está disponible. Luego cace en las cercanías del mismo.

Los suidos prestan gran atención al cuidado de su piel, en particular al hecho de poder desembarazarse de los insectos que tienden a vivir a expensas de su sangre, como las pulgas. Para ello utilizan los baños de barro, o los de las bañas que poseen sustancias irritantes para los insectos como el aceite, gasoil, insecticidas o el borato en polvo.

Lo que se hace es mezclar cualquiera de estas sustancias con el lodo, particularmente al final del invierno y del verano, justo antes de que las pulgas y otros insectos se tornen más activos, razón por la cual las bañas son más visitadas en la primavera y el otoño.

Como no es correcto contaminar una baña natural con sustancias químicas, lo que se hace es cavar un foso de unos 60 centímetros de profundidad por tres metros de largo y dos de ancho. El mismo se recubre con un nylon grueso, sobre el cual se agrega nuevamente parte de la tierra, la sustancia irritante escogida y agua hasta formar un lodazal. El nylon se puede reemplazar por una capa ladrillos y cemento sí se desea crear una baña permanente.

Una de estas bañas, con una bebida y un poco de comida en sus alrededores es una garantía de presencia continua de suidos y otras especies de animales.

Para aquel que tiene la oportunidad de hacerlo, una forma de aumentar la efectividad de las charcas y las bañas, o de competir con otras en las cercanías, es la de cebarlas con cualquiera de los cebos descriptos. Los animales rápidamente se hacen afectos a concurrir a las mismas, ya que en un solo lugar encuentran bebida y alimento, ahorrándoles largas caminatas.

SEÑUELOS SEXUALES.

El jabalí responde muy bien a las trampas de índole sexual, las que se montan con una hembra en celo, o simplemente con su orina.

Fotografía: Las porciones de otras presas no dedicadas al consumo humano son una buena fuente de recursos para armar cebaderos con carroña para el jabalí y los felinos.

La primera forma de armar un señuelo, con una hembra en celo, sólo es factible para aquellos que viven en el lugar y que disponen de cerdos domésticos. En ese caso simplemente se lleva un animal en celo hasta el lugar de la espera y se lo ata. Lógicamente ésta técnica es muy complicada para la mayoría, pero hay una más sencilla: el empleo de orina de cerdas en celo.

Con una pala se recoge tierra donde haya orinado una chancha alzada y se la guarda en una bolsa de nylon herméticamente cerrada, la cual si no va a ser utilizada en el momento se puede congelar, para ser activada en el momento que decidamos emplearla.

La bolsa para almacenarla debe de estar limpia, y el material no debe de ser tocado con las manos descubiertas.

Unos días antes de la cacería se hace un pequeño pozo en las cercanías del apostadero y se mezcla la tierra contaminada con orina con la del lugar. El señuelo debe de ser "refrescado " cada día, hasta que descubramos huellas indicando que ha sido visitado. Desde ese día en adelante comienza la cacería, ya que el animal muy probablemente retorne al día siguiente para probar suerte.

Una forma simple de lograr que una cerda doméstica entre en celo es inyectándole hormonas femeninas. Cualquier veterinario puede decirle cual, que cantidad y por cuanto tiempo dura el efecto, de manera que Ud. pueda armarse de una buena reserva de lo que los padrillos consideran como el mejor de los perfumes.

Al momento de armar la trampa recuerde que unas gotas son más que suficientes, particularmente para un apéndice nasal tan poderoso como el del jabalí. Puede atar un pedazo de algodón o un trapo embebido en ésta solución a un hilo, y luego arrastrar el mismo desde el lugar donde armó el cebadero con comida en dirección a su apostadero.

Otra forma es arrastrar el señuelo por sendas utilizadas por los animales y levarlo hasta el cebadero armado por Ud. Lleve el rastro hasta algún lugar de su interés, preferentemente en un descampado con buena cancha de tiro, pero no lo acerque más de lo necesario al apostadero, ya que puede ser venteado.

Cuando un animal aparezca en el lugar no dude que el mismo será de sexo masculino, ya que solo un macho seguirá un rastro dejado por una hembra en celo. Lo que no le garantiza esta carnada es el tamaño de las defensas del animal, pero como ayuda es bastante buena.

Recuerde al momento de armar el rastro de no dejar el suyo, ya sea en forma de colillas, tocando con las manos desnudas la vegetación o simplemente con sus zapatos. Sí le es posible utilice guantes y botas de goma limpias para esta tarea.

Una forma de borrar, o de al menos enmascarar su rastro, es pisando excremento de vacunos o la tierra de alguna porqueriza o de un establo. Pero no se contamine con olores de animales que no circulan libremente en la zona donde piensa cazar. Eso le llamaría la atención a cualquier macareno viejo que inmediatamente desconfiará de la situación.

Bien, tiene aquí la información necesaria como para comenzar a tentar suerte con cebos y señuelos. Pero no se quede con lo visto en éste espacio. El límite es su imaginación. ¿Qué tal sí comienza con miel para los macarenos, o con una buena lata de sardina para los zorros?

por Daniel Stilmann