APUNTANDO EN LA MONTAÑA.

''' Muchos años atrás, cazando ciervos en las montañas San Juan tuve la oportunidad de disparar sobre un animal ubicado a casi trescientos metros de distancia y en un ángulo de aproximadamente 35º por debajo de mi posición. El animal se encontraba pastando, tranquilo, sin posibilidad alguna de detectarme y huir.

En ese momento portaba un fusil recamarado para el 7 X 57 Máuser, calibrado para hacer centro a esa distancia, dotado con puntas de 175 grains, una herramienta adecuada para la presa y distancia que enfrentaba. Mi pensamiento fue simple; disparo cuesta abajo, distancia máxima, punta pesada y animal de piel fina; no hay forma en el mundo que algo salga mal, que fue exactamente lo que ocurrió.

Con toda la parsimonia del mundo busqué apoyo y coloqué la mira en nueve aumentos. La presa se veía nítida, bien recortada contra el fondo blanco formado por la nieve. Calculé el viento lateral, que era escaso, y apuntando al aire inmediatamente por encima del lomo del animal, como para compensar la caída del proyectil a esa distancia y ángulo, disparé. Con marcada incredulidad observé como el animal partía al trote vivo buscando refugio fuera de mi alcance, con su piel intacta y obviamente agradecido por haber zafado de un final prematuro.

Hoy, recordando la distancia, el ángulo de disparo y apelando a lo que ahora sé al respecto, calculo que el mismo pasó al menos quince centímetros por encima de la marca. Sea como sea lo fallé, y poco cuenta sí fue por uno o por mil centímetros: en las paredes se cuelgan trofeos y no diplomas indicando por cuan poco hemos marrado.

Apuntar en ángulo, como ocurre cuando lo hacemos en terreno montañoso, ya sea cuesta arriba o cuesta abajo, e independientemente del tipo de aparato de puntería que se emplee, no es lo mismo que hacerlo en el llano, donde se dispara en forma paralela a la superficie terrestre.

Cuando disparamos a una presa ubicada por encima de nuestra horizontal tendemos a apuntar por arriba de la misma, como para compensar lo que creemos será una excesiva caída de un proyectil. Cuando la presa se halla por debajo nuestro solemos repetir la fórmula, basados en la creencia que la curva de caída es aún mayor. Lamentablemente en ambos casos, y a pesar de nuestra buena voluntad para solucionar el problema, estamos cometiendo un error por ignorancia.

Para evitar éste inconveniente se requiere de una forma diferente de apuntar, y para ello es necesario comprender cuales son las leyes del universo que rigen la parábola del proyectil en estas condiciones, o comparando ésta trayectoria con la del proyectil que se dispara en forma paralela a la superficie (como ocurre en la planicie)

Hay un refrán que dice, monte arriba o monte abajo, siempre apunta por debajo. Este dicho popular es absolutamente correcto. Más aún, es un fenómeno exacto, que por lo tanto puede ser calculado con exactitud en función de la distancia al blanco y del ángulo de disparo.

Como los cazadores resolvemos nuestros lances a distancias relativamente cortas, que no deberían superar los trescientos metros, y a menos que el ángulo de disparo sea excesivamente grande (superior a los 60º, en cuyo caso no es aconsejable oprimir el disparador), las variaciones en el punto de impacto no son muy grandes, aunque en ocasiones puntuales, como las descripta, resulten lo suficientes como para marrar limpiamente. Para evitar esto es importante para nosotros comprender lo que ocurre con la trayectoria del proyectil, de forma tal que jamás nos entren dudas al momento de tener que efectuar esas correcciones, y al momento de realizarlas hacerlo correctamente.

Veamos los fundamentos. En cualquier circunstancia la caída de un proyectil es función de una fuerza inexorable, la gravedad, la cual se ejerce en forma constante y siempre con la misma intensidad. Entre dos proyectiles de igual peso y lanzados a la misma velocidad, el que deba de recorrer más distancia para alcanzar su blanco, y que por ende esté expuesto durante más tiempo a ésta fuerza, presentará una curva de caída más marcada, lo que es lo mismo que decir que a menor trayecto a cubrir más tensa será la misma. Y lo que ocurre cuando disparamos en ángulo es que la distancia al blanco es menor que cuando disparamos de forma paralela a la superficie terrestre.

Bien, supongamos que colocamos dos blancos a igual distancia del tirador, digamos cien metros de distancia, uno sobre la tierra, a cero grados de elevación con respecto al mismo, y el otro más arriba, a 45 grados. En nuestro experimento y en ambas oportunidades dispararemos con el mismo fusil y tipo de cartucho, con iguales pesos y configuración de punta y velocidad inicial, de manera de poder comparar peras con peras. Recalcamos entonces que la única variable que cambiara es el grado de inclinación del disparo.

Observe el gráfico I inserto más abajo. La distancia a ambos blancos, representada por dos trazos de diez centímetros cada uno, es la misma, cien metros. Sí los demás parámetros se mantienen iguales, y apuntando al centro de cada blanco, ambos proyectiles deberían hacer impacto a la misma altura del mismo, algo que en la realidad no ocurre. El blanco colocado a cero grado (disparo paralelo a la superficie terrestre) nos mostrará que el proyectil ha hecho impacto más abajo que el disparo realizado contra el blanco colocado 45 grados hacia arriba, o sea que presenta una mayor caída, una parábola más pronunciada, como sí hubiese recorrida una distancia mayor.

Gráfico I

¿Por qué ocurre esto sí variables como distancia al blanco, velocidad y peso del proyectil se han sido mantenidas constantes, excepto por el ángulo de fuego?

La explicación es la siguiente. A pesar de que la distancia al blanco a ras de tierra (a cero grados) es la misma que al blanco ubicado a cuarenta y cinco grados, la distancia recorrida por el proyectil bajo los efectos de la gravedad, que es lo que determina la forma de la curva de vuelo, es menor para el segundo. Del último párrafo por favor preste atención al término que hace dice “bajo los efectos de la a la gravedad”, ya que esa es la clave de todo el problema. Esa distancia menor recorrida bajo tal fuerza, está representada por el trazo rojo en el gráfico II y corresponde a la intersección de una línea imaginaria que baja desde el blanco superior hasta cortar la línea de superficie terrestre, indicada como segmento AB y tal como puede observarse en ese gráfico.

Gráfico II

En otras palabras. Sí bien la distancia medida en metros a ambos blancos es igual, no podemos decir lo mismo en cuanto a las distancias recorridas por cada proyectil bajo los efectos de la gravedad, que será siempre menor para los blancos ubicados en ángulo con respecto a la horizontal, ya sea hacia arriba o hacia abajo, por lo que la trayectoria del proyectil en estos casos será más tensa, resultando en una menor caída.

La siguiente es una lista en la cual se provee el factor a multiplicar por la distancia física para obtener la distancia exacta que recorre el proyectil bajo efecto de la gravedad y de esa manera poder darnos una idea de cuanto más arriba del lugar donde estamos apuntando terminará incidiendo el disparo.

En la misma podremos observar que sí disparamos a un blanco colocado a cien metros y elevado en 20º con respecto a la horizontal, la distancia que recorrerá el proyectil sujeto a la fuerza de gravedad resulta de multiplicar 100 por el factor que corresponde a dicho ángulo, que es de 0.94, con lo cual obtenemos lo siguiente: 100 X 0.94 = 94 metros.

  • 15º............................. 0.96
  • 20º............................. 0.94
  • 25º............................. 0.91
  • 30º............................. 0.87
  • 35º............................. 0.82
  • 40º............................. 0.77
  • 45º............................. 0.70
  • 50º............................. 0.64
  • 55º............................. 0.57
  • 60º............................. 0.50
  • 65º............................. 0.42
  • 70º............................. 0.34
  • 75º............................. 0.26
  • 80º............................. 0.17
  • 85º............................. 0.09
  • 90º............................. 0.00

Pero veamos un caso con un ángulo un poco más real, como podría ser un disparo a 300 metros tomado a 45º para alguien que dispara con un arma calibrada para hacer centro a esa distancia.

Aquí la fórmula es 300 X 0.70, lo cual no está indicando que la caída del proyectil será equivalente a la de uno que recorrió solamente 210 metros, y esto, dependiendo del tipo de cartucho, peso del proyectil y del tamaño del blanco, hace una enorme diferencia, ya que el proyectil hará impacto ocho (8) centímetros por encima de donde lo haría cuando disparamos paralelos a la superficie terrestre, o sea sí realmente recorriese esos trescientos metros bajo la atracción de la gravedad terrestre.

UD podría decir que ocho centímetros no es mucho, pero sí a esa medida se le agregan otros diez o quince centímetros que solemos sumar intuitivamente para “compensar”, estamos hablando de un error de entre 18 y 23 centímetros, lo cual es mucho, particularmente para un animal que nos presentan un blanco letal de no más de 25 centímetros de diámetro sobre su parrilla costal.

La teoría, hasta aquí, es correcta y comprobable bajo condiciones ideales, pero en el campo, y ante la presión de tener que realizar el disparo antes de que la presa cambie de parecer y locación, no es el lugar para andar tomando distancias y ángulos y ponerse a multiplicar por el factor correspondiente para luego determinar la parábola de nuestro proyectil. En esas circunstancias lo que se aplica es una regla general muy simple; apuntar al lugar dónde queremos hacer blanco.

Sí el ángulo de disparo es pequeño uno apunta un poco por debajo de donde desea hacer impacto. A la inversa, sí el ángulo y la distancia son considerables, hay que hacerlo sustancialmente más abajo, digamos hay que apuntar al borde inferior de la cavidad torácica y no al centro de la misma. Esto, apuntar más abajo cuanto mayor sea el valor del ángulo entre nosotros y la presa, es exactamente lo opuesto a lo que normalmente realizamos.

Lamentablemente ésta forma de resolver el problema, mediante una simple regla general, deja muchos cabos sueltos, y por ello ocasionalmente suele brindarnos resultados no muy buenos, pero es lo que hay y con eso debemos conformarnos. Sin embargo éste inconveniente puede ser reducido a un mínimo con un poco de práctica de campo. La idea es mediante esa práctica adquirir la experiencia necesaria como para poder calcular a ojo sin cometer errores ni demasiados costosos, ni muy frecuentemente. Al fin y al cabo, hasta al mejor cazador se le escapa la liebre.

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por Daniel Stilmann