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La primer imagen corresponde a un cañón fotografiado desde la recámara. El mismo presenta una superficie que sin entrar en detalles luce homogénea, con estrías parejas, profundas, limpias, sin residuos entre ellas o sobre sus crestas.
Esta es la imagen que normalmente vemos después de limpiar el arma con limpiadores comunes (amoníaco, Hope´s y otros similares) terminando la limpieza con aceite. Al mirar en su interior apuntando la misma hacia una fuente de luz el interior luce bien, y por lo general ante esa imágen damos por sentado que hemos realizado un buen trabajo, lo cual es un craso error.
Se nota que la superficie no es tan homogénea como creíamos, y que incluso presenta excavaciones y cortes en la misma producto de las herramientas con la cual se tallaron las estrías.
Los depósitos que sobresalen son restos de pólvora carbonizada a alta presión y temperatura, los cuales no pueden ser eliminados por agentes químicos como el amoníaco, que solamente remueve el cobre, y unicamente cederán a la acción de elementos que actuén por desplazamiento, como los materiales de pulido. Lo mismo ocurre con el óxido, las imperfecciones de corte y el plomo, los cuales difícilmente sean removidos con los limpiadores líquidos clásicos.
A la hora 9, a la izquierda de la misma, y justo por debajo de la estría, se puede observar un depresión producto de la pérdida de material. Los bordes de la misma acumulan óxido, cobre y otros detritos después de cada disparo, lo cual incide en la precisión. El problema se agravará con el tiempo y la falta de una limpieza adecuada.
Si bien éste cañón mantiene una dispersión de 2 pulgadas a cien metros, precisión suficiente en caza mayor, dista mucho de ser un arma de competición debido a estas imperfecciones. La solución consiste en una limpieza y pulido profundo que devolverán al arma su precisión original o incluso la superarán.
El mismo cañón de las fotografías anteriores tratado con pasta de pulir aplicada sobre un paño enrollado alrededor de un cepillo de bronce de menor diámetro que el calibre del arma. La baqueta fue insertada y rotada con un taladro de mano eléctrico mediante el cual se la hace girar a altas revoluciones.
El uso del torno o taladro de mano facilita todo el proceso de pulido y limpieza de las armas, ya que nos evita el trabajo de aplicar la pasta de pulir a mano, o el engorro y costo de tener que cubrir con la misma pasta 80 proyectiles y dispararlos (proceso conocido como fire lapping).
Éste procedimiento (uso del torno) no toma más de 15 minutos y menos aún cuando se lo emplea solamente para limpiar los cañones después de un sesión de tiro.
Las diferencias son tan notorias que el dicho que una fotografía vale más que mil palabras está plenamente justificado.
La técnica para fotografiar el interior del arma para poder observar en detalle el estado de la misma o la efectividad de la técnica de limpieza empelada es sencilla. Simplemente coloque una fuente de luz en el extremo opuesto al que desea fotografiar, y con un cámara digital proceda a obtener varias exposiciones hasta lograr una fotografía en foco y clara. Realice las tomas a diferentes distancias y ángulos
La técnica es sencilla, rápida y muy efectiva, ya que le permitirá observar detalles que a simple vista pasarían desapercibidos.
En cuanto al procedimiento de limpieza, remítase el artículo editado en ésta página titulado Factores de precisión: técnica de limpieza del cañón (ver columna de títulos a la izquierda de la pantalla).