LA VISIÓN EN LOS CÉRVIDOS.

Texto y fotografías por Daniel Stilmann.

Las 3 series de tres fotografías cada una representan respectivamente, y en el siguiente orden, a la visión humana diurna (tricromática o multicolor), la visión de los cérvidos diurnas (dicromática, básicamente amarillos y azules) y a la visión nocturna de estos animales que es monocromática (escala de grises y azules)

Ejemplo de visión tricromática.

La capacidad para “ver”, de la cual los humanos y la mayoría de los mamíferos somos tan dependientes, consiste de dos procesos perfectamente diferenciados entre sí. El primero de ellos, el físico o material, consiste en la captación de luz por el ojo y posteriormente en la transformación de esa energía en un impulso nervioso que se transmite al cerebro. El segundo segmento, el intelectual, corresponde al procesamiento de esa información, proceso en el cual intervienen la memoria, el raciocinio y hasta los afectos.

Pero no todos vemos de igual manera. Entre los primates y los demás mamíferos existen varias diferencias, las que, una vez conocidas, pueden ser explotadas a nuestro favor en la cacería. Eso es a lo que nos abocaremos hoy.

Para poder engañar visualmente a un cérvido es preciso saber cómo ve los colores, que ve de noche y cómo procesa toda esa información. Solamente de ésta manera podremos comparar sus vivencias con las nuestras y explotar cualquier pequeña diferencia a nuestro favor.

Comenzaremos por la visión de los colores, luego analizaremos las diferencias entre su visión nocturna y la nuestra y por último trataremos de analizar lo poco que se conoce sobre el proceso intelectual de los cérvidos.

La visión cromática.

Se dice que los humanos poseemos una visión tricromática, o sea que somos capaces de ver tres colores básicos; el violeta-azul, el verde-amarillo y el rojo.

Ejemplo de visión dicromática. Así escomo ven los ciervos durante el día.

De esto podemos deducir que vemos mejor en la zona más cálida y de mayor longitud de onda del espectro lumínico, que corresponde al verde-amarillo, que en la zona violeta-azul, más fría, de menor longitud de onda y que predomina en la noche. Los rangos del espectro que podemos ver van de los 440 nano metros (nm), o sea el final del violeta-azul, hasta los 630 nm que corresponde al rojo. Los humanos no distinguimos la luz ultra violeta, que comienza alrededor de los 300 nm.

La diferencia con los cérvidos es que estos tienen la capacidad visual desplazada hacia la izquierda, esto es hacia los segmentos más fríos del espectro. Captan muy bien la franja del violeta-azul-verde, entre los 350 a los 500 nm, siendo ciegos para el rojo. Éste tipo de visión se denomina dicromática o del tipo azul-verde.

Bien, aquí viene la gran diferencia cromática. Para poder ver los colores secundarios que resultan de la combinación de dos o más colores primarios se precisan de receptores para cada uno de estos últimos, y los cérvidos carecen de estos órganos para el color rojo. Por lo tanto el mundo diurno para ellos se presenta como “pintado” de dos colores; azul o amarillo. No hay otras posibilidades, ya que hasta el verde resulta de la combinación del azul y el amarillo.

De día para ellos el paisaje campestre está formado por el azul del cielo y los diferentes tonos de amarillo con que se presentan los demás colores, como el verde, el naranja, rojo, gris y los marrones, y solamente el diferente tono de ese amarillo que adquieren los objetos es lo que les permite formar una silueta e identificar a cada uno de ellos por lo que es.

La misma figura como es vista por los ciervos en la noche. Para ellos la imágen resulta más clara y nítida que durante el día.

De esto todo es importante recordar que los ciervos reconocen los objetos por su forma, y NO por su color y/o su forma, como hacemos los humanos. La pregunta entonces es, ¿Cómo ven una chaqueta color naranja o un típico traje camuflado de día y de noche?

Aún para un humano, de día,y empleando visión tricromática, la falta de un contorno nítido complica el proceso de reconocimiento.

La primera aparecerá como un amarillo brillante, mientras que el traje camuflado se verá como una serie de líneas y dibujos de una amarillo más o menos intenso, pero ambas prendas estarán bien delineadas. Recuerde, se pierde el color, pero no el contenido y la forma, y sí esa forma coincide con la de un predador, e independientemente del color que éste esté vestido, el ciervo partirá raudo y no se detendrá hasta alcanzar el próximo condado.

Entonces aquí lo que hace la diferencia, a favor del animal, o en su contra, es el contraste que brinda el entorno que, recordemos, se verá azul sí es contra el cielo, a diferentes tonos de amarillo sí está dado por hojas, ramas, tierra o piedras. Al cérvido le resultará más difícil reconocer la figura de su predador en éste último escenario, particularmente sí el individuo está quieto y agazapado, lo cual le dificultará aún más la tarea intelectual de captar el contorno humano clásico.Casualmente para eso están diseñados esos dibujos, aparentemente sin sentido, de la ropa camuflada; para ayudar a confundir e impedir la formación de la imagen típica.

¿Qué importancia tiene el movimiento en el proceso de reconocimiento?

Visión diurna cervuna. La falta de una forma reconocible, sumado al escaso poder de elucubración hacen el reconocimiento imposible para el animal.

Imagínese un telón amarillo por delante del cual se encuentra ubicado un cazador vestido de ese mismo color pero de un tono apenas más claro u oscuro. Sí no se realiza un esfuerzo visual e intelectual de búsqueda consciente es muy probable que nunca sea descubierto. Ahora, bastará algún movimiento leve por parte del cazador que logré atraer la atención del animal para que su cerebro note la diferencia de tonos entre el telón y lo que se movió. El próximo paso en su proceso será darle forma a ese movimiento. Sí ese contorno coincide con la figura de un humano almacenada en su memoria el ciervo reaccionará de acorde.

La visión nocturna.

Durante la noche, tanto cérvidos como humanos cambiamos nuestra visión al sistema nocturno. El mismo está dado por otro tipo de receptor de luz, los bastones, que emiten señales en una escala de grises de diferentes grados de intensidad. Al igual que con la visión di o tricromática, la visión monocromática permite perfectamente delinear contornos y formar figuras, con el agravante que los ciervos ven infinitamente mejor que nosotros en las penumbras ya que captan emisiones de luz de muy baja longitud de onda, lo cual nosotros no podemos hacer.

Ahora bien, de noche los ciervos ven la franja del violeta-azul como un gris muy brillante, y los demás colores aparecerán también como un gris cada vez más apagados en la medida que se desplazan hacia el color rojo. Por lo tanto ropa camuflada en azul y gris sólo servirá para hacer resaltar nuestra figura, y por su lado una de color verde y marrón se verá cómo más apagada, mientras que las de color naranja o rojo definitivamente se verán muy poco o nada.

Ahora suponga que se encuentra aguardando en medio de la noche, de pie y totalmente vestido de color rojo intenso, y que por detrás hay una cortina de hojas, ramas y maleza. ¿Qué verá el ciervo? Una figura humana muy clara en color negro que resalta contra un fondo de diferentes tonalidades y formas de grises. Para él eso es más que suficiente para largarse al trote vivo. Recuerde que mencioné que al ciervo no le importará el color; con la figura le basta para ponerse en movimiento.

Ahora imagine el mismo escenario, pero con UD ubicado por detrás de esa cortina de vegetación. El ciervo percibirá un cuadro de diferentes formas e intensidades de grises resaltando contra un fondo negro que refleja su ropa, pero como su silueta estará cortada en múltiples sectores difícilmente pueda formar una imagen concreta de lo que hay por detrás de esas hojas y ramas, y por lo tanto continuará con su vida como si tal. Evidentemente el hecho a resaltar aquí es que aún por muy buena que sea la visión nocturna de estos animales, sí uno no les permite ver una silueta definida que puedan reconocer se los puede engañar, y lo mismo ocurre durante el día.

Por todos estos motivos es que de los tres órganos de los sentidos que el ciervo emplea para su supervivencia, la visión es el único que en ciertas condiciones requiere de confirmación por un segundo sentido, ya sea el olfato como la audición. Sí un ciervo olfatea un humano, e independientemente de lo que pueda ver o escuchar, o no pueda hacerlo, sabe lo que es y que debe hacer sin esperar a que nadie le confirme las malas nuevas. Lo mismo ocurre si logra identificarlo por su voz. Para conveniencia nuestra, ésta certeza absoluta no la poseen al ver algo, a menos que ese algo pueda ser reconocido por su figura, andar o algún sonido asociado a ese objeto o animal.

De lo dicho deriva la necesidad de vestir ropa camuflada, moverse lentamente y utilizar la ayuda de la vegetación y las sombras cuando se rececha. Muévase despacio porque eso evitará atraer la atención del animal e impedirá que éste se vea tentado de andar sacando conclusiones carentes de sentido (para UD.)

Nótese la escala de grises azulados de la visión nocturna del ciervo.

Emplee ropa camuflada o lisa, pero de cualquier color menos los obscuros, particularmente de color azul. Que en lo posible sean del tono verde amarillento, ya que de esa manera existirá un menor contraste de tonos de amarillos con el entorno. Use las ramas y las sombras para desfigurar su contorno, y de noche emplee ropa camuflada de color rojo a franjas amarillas, aunque esto signifique que lo expulsen del club de caza del su pueblo natal al cual pertenece desde hace más de medio siglo.

Una vez más, y a riesgo de pecar por reiterativo. Recuerde que el color no es tan importante como la figura o el movimiento, ya sea de día como de noche. ¡No lo olvide!

por Daniel Stilmann