Con el correr de los siglos y junto con los avances tecnológicos aparejados, el arte de la caza con armas de fuego ha ido perfeccionándose. De a poco hemos aumentado el alcance de nuestros proyectiles, luego su poder de parada y precisión mejorando su construcción, y por último, mediante las miras ópticas, ampliamos la extensión de nuestra capacidad visual a distancias antes impensables. Independientemente de sí es ético o no, hoy disparos de precisión por encima de los mil metros son accesibles. Pero en éste desfile de novedades empujado por la industria de las armas deportivas, mucho de los beneficios de estos avances pasan desapercibidos para más de uno, como es el caso del uso correcto de las puntas de caza.
Hemos alcanzado un punto en la evolución de las armas de fuego en el que fallar en el intento de abatir la presa se debe prácticamente a factores humanos, entre ellos la falta de habilidad con el arma o el empleo incorrecto de su cartucho. Ambos factores son perfectamente subsanables; el primero mediante la práctica; el segundo por vía del conocimiento, el cual hoy intentaremos ampliar.
La enorme variedad de tipos de puntas que hoy se ofrecen en el mercado ha terminado por hacer compleja la selección correcta de las mismas. Esto complica las cosas al momento de determinar lo que se denomina el “par ideal”, que consiste en escoger el tipo de punta correcta para el tipo de presa a tratar.
El motivo principal para esta confusión ha sido la ausencia de una clasificación adecuada de la enorme variedad de puntas ofrecidas por los fabricantes con respecto a las diferentes presas presentes en la naturaleza. La función de ésta clasificación es la de emparentar, de alguna manera y entre si, los componentes del par punta/presa.
Pero antes de continuar permítame recordarle algo. De nada sirven la punta ideal o energía a raudales sí no somos capaces de colocar esa punta y energía en el lugar adecuado. Habiendo salvado éste punto elemental, pasemos a las minucias y aspectos técnicos menores.
Afortunadamente ya hace algún tiempo que Winchester, Federal y Hornady decidieron ordenar sus catálogos de compra con una tabla informativa con la intención de ayudar al público a seleccionar el par correcto. La misma se conoce como sistema CXP, que proviene de la letra inicial de las palabras Controlled eXpansión Performance en inglés, o de Desempeño de la Expansión Controlada (de la punta, DEC), en español.
La clasificación va de CXP1 a CXP4, y a grandes rasgos, y salvo muy honrosas excepciones, es lo más cercano a una ayuda personalizada de alta calidad para el usuario. ¡En esa clasificación van al menos 100 años de experiencia resumida en unas pocas líneas!
Éste novedoso, preciso y sencillo sistema consiste localizar en el catálogo (virtual o en uno de los antiguos de papel y tinta) el tipo de presa que se intenta abatir. Automáticamente la tabla le da el cartucho, con su peso y configuración de punta, para las presas en ese grupo. Si el cartucho con el tipo de punta que pretende emplear no concuerda con los nombres de los cartuchos que sirven para la presa que pretende abatir, es por que simplemente no es apto. Puede que sea útil para los animales enunciados en alguno de los otros grupos de la tabla, pero no para el que UD tenía en mente.
O sea que la tabla le permite escoger el par ideal simplemente buscando por nombre del cartucho (o similares), el tipo y peso de punta, y/o la clase de animal. Rápido, simple y sin lugar para dudas.
Cada una de las cuatro categorías ha sido elaborada en base al peso de la presa y resistencia al impacto por un lado, y el diámetro, peso de la punta y tipo de expansión requerida por el otro. Con ésta clasificación se acaba el viejo sistema de prueba y error, que tantas veces nos dejara con la frustración de una pieza mal herida pero no abatida. Los grupos van de la clase CXP 1, a la CXP4.
La clasificación CXP1 incluye presas pequeñas, como vizcachas, liebres, zorros, coyotes, pecaríes y corzuelas, animales de piel fina y con un peso máximo de hasta 25 kilogramos. El diámetro y peso de las puntas más empleadas en éste grupo son las de calibre .22 y de 55 grains de peso, de fragmentación al impacto o de expansión rápida, del tipo que favorece una escasa penetración, aunque se fabrican puntas de ese calibre de expansión controlada y penetración profunda. Pero ambos tipos, por su velocidad de fragmentación o niveles de energía, no son, por lo general, aptas para emplear con las presas del próximo grupo.
La clase CXP1 se diferencia de la CXP2 solamente por el peso de las presas, ya que ambas clasificaciones cobijan animales de piel fina, huesos relativamente frágiles y masas musculares intermedias. Estos últimos animales oscilan entre los 25 y los 150 kilogramos aproximadamente, aunque hay que agregar que entre los mismos existen algunos altamente peligrosos, como el jaguar o el leopardo, para los cuales una herida superficial sin compromiso de los órganos internos es una invitación al desastre. En éste grupo se incluyen, además los suidos y cérvidos más frecuentes, animales como el oso negro y los felinos antes mencionados.
El peso promedio de las puntas para el grupo CXP2 es de 150 a 180 grains, y estas son de la clase de puntas llamadas de expansión controlada, construidas sobre un núcleo de plomo blando blindado con una camisa de cobre. Por su configuración tienden a penetrar mucho más que las del grupo anterior. Las puntas para el CXP2 ocupan el primer puesto de ventas en el ranking universal, ya que están dedicadas al tipo de presas más abundantes y perseguidas (cérvidos y suidos)
El diámetro de los cartuchos que abarca éste grupo va desde el .243 (6 milímetros) hasta los diferentes .300 (7,62 milímetros), aunque algunos de estos últimos suelen incursionar con éxito en el siguiente grupo, el CXP3.
Aquí el peso de las presas va de los 150 kilogramos a los 500, y estos animales son grandes, de piel, músculos y huesos duros, que requieren de puntas con una gran penetración y de expansión lenta, que pueden presentar un núcleo de plomo duro y estar recubiertas de una camisa de cobre, o estar construidas con un solo material. En ambos casos ésta configuración le permite alcanzar una mayor profundidad dentro de la bestia, las que en algunos casos también suelen ser peligrosas, como el león o el osos pardo. Los otros animales pertenecientes al CXP3 son la cebra, el eland y el kudú.
La mayoría de las puntas para el CXP3 suelen ser de plomo recubierto por una camisa firmemente adherida al mismo, como las Sierra y Nosler, aunque también se emplean las de un solo material, o sólidas expansivas como las Barnes X. Los calibres adecuados para el CXP3 oscilan entre los .300 y el .338 o el .375 H & H.
El último grupo, el CXP4, abarca a animales de 500 a 6000 kilogramos, todos peligrosos, de piel muy gruesa, dotados con músculos y huesos de gran porte y resistencia. Aquí las puntas a emplear son las sólidas de escasa o nula deformación (¡al punto que han sido reutilizadas!), ya que es necesario abrir camino entre tejido duro para lograr una penetración adecuada que permita alcanzar vísceras como el corazón, pulmones o cerebro. El elefante, rinoceronte, hipopótamo y los diferentes búfalos (del Cabo, de Australia, de agua) forman parte del CXP 4.
Los calibres y pesos de punta de para este grupo van estrictamente desde el .375 Holland & Holland, considerado por muchos como marginal, hasta la serie de los .500 y .600, con pesos de 250 a 600 grains y más.
Antes de despedirnos deseo que recuerde que esta clasificación es una generalización, y como tal está sujeta a excepciones, pero no debe de olvidarse que la misma está basada en la experiencia de una industria que se guía por las estadísticas de venta, que a su vez representa de forma fiel el voto del consumidor. Esto constituye todo un cúmulo de experiencia difícil de pasar por alto. Por lo tanto, energía terminal, pesos y tipos de puntas por un lado, y peligrosidad, resistencia al impacto y peso de las presas por el otro han sido hermanados de manera tal, que salvo escasas excepciones resulta la mejor combinación posible. ¡No la ignore!