CARTUCHOS METÁLICOS. LA EVOLUCION DEL CALIBRE 7 MILIMETROS.

Este versatil calibre data de 1893, sin embargo al dia de la fecha es uno de los mas empleados en caza mayor en cartuchos de diferentes potencias y prestaciones.

TEXTO Y FOTOGRAFÍAS: DANIEL STILMANN.

DE IZQUIERDA A DERECHA DOS CARTUCHOS QUE DESCIENDEN DE LA VAINA DEL LEGENDARIO .30-06 SPRINGFIELD; EL .280 REMINGTON, EMPLEADO PARA DISPAROS LARGOS SOBRE, Y EL .35 WHELEN, UN CARTUCHO PARA DISPAROS CORTOS SOBRE PRESAS DE LA AGRESIVIDAD DEL OSO GRIZZLY.

Evolución del calibre 7 milímetros.

La historia de éste famoso calibre comienza en España con la adopción simultánea de dos diseños de Paul Mauser; el rifle modelo 1893 y el cartucho 7 x 57 mm ó 7 Mauser. Por los servicios prestados a ese país su creador recibió la más alta condecoración de su vida, la Cruz del Mérito Militar.

La combinación tenía todos los requisitos de un verdadero ganador de aquella época; el más moderno y perfeccionado sistema de repetición del momento, la acción 1893, junto a un cartucho veloz, de largo alcance y extremadamente preciso, y todo ello en un paquete que tenía la bendición de ser de liviano, corto y de un escaso retroceso.

Desde la famosa batalla de la colina de San Juan, en Cuba, donde 700 infantes españoles pusieron a parir a una fuerza de 14.000 marines (20:1, datos del Aberdeen Proving Grounds Museum), y obligaron a los ingenieros militares americanos a rever todo su armamento de hombro, hasta los campos de África del Sur, dónde el pequeño cartucho disparado por los "plessier" Mauser de los colonos boers se convirtió en la peor pesadilla de las tropas inglesas, la munición calibre 7 milímetros se convirtió en símbolo de la precisión y alcance extremo.

Sí en el campo militar (dónde la penetración necesaria de un proyectil es relativizada) el 7 mm fue de temer, en la arena deportiva adquirió una fama aún mayor, y nada menos que en el circuito de pruebas más exigente del mundo; África Colonial de finales de 1800 y comienzos del siglo pasado. Su proverbial penetración (en un deporte dónde la penetración lo es casi todo) lo convirtieron rápidamente en un clásico entre los deportistas y los cazadores furtivos. Que el pequeño 7 x 57 ha derribado de un solo disparo a más de un elefante es un hecho conocido, y algo que nadie discute. Lo que puede argumentarse es la sabiduría y la honorabilidad de tales acciones.

Hombres cómo "Karamojo" Bell lograban repetir esta hazaña con una notable regularidad, utilizando solamente munición de guerra. Uno de ellos se enorgullecía de que su arma jamás había sido "contaminada" con munición deportiva. Pero claro está, eran cazadores (furtivos) excepcionales en un tiempo excepcional, y que por las dudas siempre tenían un .500 Nitro a mano.

¿Qué es lo que hace a la munición 7 milímetros tan eficiente, independientemente de la planta motriz que la impulsa?

La respuesta está dada por la relación existente entre el diámetro y la longitud del proyectil, que lo tornan muy preciso y de una gran penetración, siendo ambas características muy apreciadas en la caza mayor. El proyectil es más largo que ancho, en una relación de 4,5 a 1, lo que sí entrar en mucho detalle, es muy bueno.

Ésta relación le confiere coeficientes balísticos y de densidad seccional extremadamente altos. El primero de ellos es responsable por las tensas trayectorias del calibre debido a la poca resistencia que ofrece al aire, mientras que del segundo depende la penetración. En éste calibre, así cómo con el calibre ( 6,5 X 55 ó 6,5 Sueco), ambos valores son altos, lo cual es ideal. Esto se acentúa más aún con proyectiles sólidos de punta hueca y cola de bote, que resultan muy largos y estilizados, cómo los de Barnes.

Hasta aquí nos hemos referido al calibre 7 mm y sus bondades. Faltaría agregar que en líneas generales éste calibre es ideal para 1), animales de planicies africanos y americanos de tamaño intermedio a grande (cérvidos hasta moose y elk, antílopes hasta kudú), 2), para algunas bestias peligrosas de piel fina cómo el puma y el leopardo, y 3), disparos a muy larga distancia en las montañas. Esto último es particularmente cierto para los nuevos cartuchos de 7 mm, lo cual veremos de aquí en más. Por otro lado ningún 7 mm debe de ser considerado seriamente para enfrentar a los restantes 4 grandes africanos (león, rinoceronte, elefante y búfalo).

EL 7 X 57 ES UN CARTUCHO PRECISO Y DE UNA GRAN PENETRACIÓN.

LA MUNICIÓN 7 MM ES EMPLEADA POR LO GENERAL PARA DISPAROS A LARGAS DISTANCIAS, CÓMO EN EL CASO DE ÉSTE ANTÍLOPE.

El desarrollo de la munición 7 mm se puede resumir comparando las características de cuatro de los cartuchos de éste calibre más conocidos; el 7 Mauser, el 7 x 64 Brennecke ó .280 Remington, el 7 mm Remington Mágnum, y por último, para cerrar la comparación del calibre, los dos Lazzeroni 7.21, Tomahawk y Firehawk, ambos de gran capacidad volumétrica y capaces de superar, a igualdad de pesos de proyectiles, por más de 500 pies por segundo al viejo 7 x 57, lanzando a 3.100 pies por segundo una punta de ciento setenta y cinco grains de peso.

Los dos primeros, el 7 Mauser y el .280 Remington representaron respectivamente el cartucho "normal" y el "mágnum" de éste calibre hasta la década de 1960. A partir de ese momento, y con la aparición del 7 Remington Mágnum en 1962, se abre un nuevo capítulo en la historia de los 7 mm, que se termina con los Lazzeroni de los años 90.

Pero, ¿de qué velocidades y alcances estamos hablando? ¿Es realmente la diferencia existente entre los mismos tan grande, y por sobre todas las cosas, necesaria?

Veamos cuales son las velocidades que estos cartuchos pueden arrojar cargados con pólvoras modernas, disparados desde un cañón de 24 pulgadas, dotados con puntas del mismo fabricante (Barnes), todas de igual diseño (XS), y con el mismo peso, 175 grains.

El 7 x 57 alcanza una velocidad de 2.637 p/s y posee una alcance de 324 yardas, contra los 2726 p/s y las 334 yardas del .280 Remington.

Por su lado el 7 milímetros Remington Mágnum desarrolla 2.894 p/s y tiene un alcance de 355 yardas. El verdadero Mágnum del grupo es el Tomahawk, con 3.81 p/s y un alcance efectivo de 377 yardas.

De los valores dados más arriba se deduce que desde el punto de vista deportivo, y en los últimos 100 años de evolución, el calibre 7 mm ganó unas 53 yardas de alcance efectivo, lo cual no es gran cosa, y unas 662 libras adicionales de energía terminal a 350 yardas, cifra última que es impresionante.

¿Porqué 53 yardas extra de alcance no se considera un logro digno de resaltar? Simplemente por que cualquier distancia por encima de los 200 a 250 metros deja de ser caza deportiva para convertirse en tiro al blanco, salvo honrosísimas excepciones. Ya con el primer cartucho 7 milímetros esa distancia se había superado (ver tabla I). Para un buen cazador, 250 metros es una distancia considerada cómo más que razonable. Cualquiera que se encuentre a 350 metros de una presa y no sea capaz de acercarse 100 metros más sin ser descubierto no merece ser llamado cazador.

¿Entonces porqué la energía ganada en esos años de evolución si se considera cómo algo importante?

Partiendo de la base que aceptamos cómo 1500 libras a la fuerza mínima que debe de ejercer el proyectil al momento del impacto sobre animales de tamaño medio, que es aproximadamente lo que el viejo 7 x 57 es capaz de desarrollar a distancias tan fantásticas como 350 yardas, imagínese lo que cualquiera de ellos puede entregar a la distancia de disparo promedio.

Esa energía de más no es innecesaria. Es casualmente la que asegura que una presa caiga rápidamente y sin sufrimiento innecesario, que representa a aquello que todo cazador aspira. Valores de energía por encima de las 1500 libras/pie son lo que nos permite alcanzar los órganos nobles desde cualquier ángulo de presentación de la presa, perforando piel y gruesas capas musculares, para luego partir huesos duros cómo lo de la cadera, conservando suficiente energía cómo para atravesar toda la cavidad abdominal y llegar hasta el tórax.

Pero toda moneda tiene dos caras, y la otra mejilla de estas maravillas tecnológicas (en especial los Lazzeroni) está plagada de peros y contras.

DE ESCASO RETROCESO ES UN CARTUCHO MUY PACENTERO PARA DISPARAR.

EL MULE DEER HABITA EN LOS ESPACIOS ABIERTOS DEL OESTE AMERICANO, DÓNDE CARTUCHOS DE LA CLASE DEL 7 REMINGTON MAGNUM RESULTAN DE EXTRAORDINARIA UTILIDAD POR SU ALCANCE Y PENETRACIÓN.

Por comenzar la longitud de los cañones requeridos para obtener el máximo rendimiento del cartucho, 28 pulgadas, hace que el arma sea más pesada y difícil de maniobrar en espacios reducidos. Estas pulgadas extras no solamente aumentan el peso del arma; también su retroceso, ya de por sí vicioso con relación al diámetro del proyectil.

Mejor no hablar de la onda sonora, en particular sí se emplea el arma con un freno de boca. Éste último problema es tan serio, que en ciertos países algunos guías no permiten el uso de armas dotadas con estos adminículos infernales, por las altas posibilidades que tienen él, su cliente, y hasta la bestia enfrentada al extremo no negociable del arma, de terminar entendiéndose por señas.

Las fuerzas de retroceso medidas en libras por pie de los cartuchos 7 x 57, .280 Remington, 7 milímetros Remington Mágnum y Tomahawk 7.21 son respectivamente de 14, 17, 20 y 25 libras.

Para comparar conn otros cartuchos conocidos recordemos que el .30-06 Springfield recargado con puntas de 180 grains lanzadas a 2.700 p/s posee un retroceso de 18 libras /pie, mientras que un .375 con puntas de 250 grains ronda las 36 libras de empuje.

¿Sobre que tipo de presas es efectivo éste calibre?

Comencemos por Europa, dónde las presas por lo común no superan los 150 kilos de peso promedio, las distancia máxima de tiro (también promedio) es sustancialmente menor a los 200 metros, y no existen animales peligrosos y/o de piel gruesa, excepto por los osos rusos. Un 7 Mauser es todo lo que necesita, incluso para los ciervos rojos y los jabalís de Siberia. El 7 milímetros Mauser se [puede emplear para estos menesteres con puntas de 175 grains, mientras que sí ésta es el única arma que se posee y se desea emplearla para cazar corsos se la p[uede utilizar con puntas de 120 grains. Es necesario reconocere que para estos últimos animales es demasiado calibre, y que para los jabalís del Este las puntas de 175 grains pueden resultar marginales, pero sí es lo único que se posee a mano, y sí uno se toma la molestia de colocar el primer disparo dónde corresponde, no tendrá mayores problemas.

Saltemos ahora a América, dónde el promedio de peso puede duplicar al de Europa, y las distancias resultar algo mayores, aunque el promedio de distancia en USA para los ciervos es de 84 metros. La excepción está compuesta por el moose, mucho más pesado que los demás cérvidos, y el oso, que a pesar de rondar los 400 kilogramos, su ferocidad y proverbial malhumor lo colocan en una categoría aparte en cuanto a cartuchos y poder de detención a emplear.

Un .280 Remington, o su equivalente europeo, el 7 x 64, constituye un fino cartucho para estas necesidades, exceptuando al grizzly, para el cual la elección deberá recaer sobre el 7 RM ó el 7.21 Tomahawk con puntas premium de 175 a 200 grains.

Para el continente africano, y solamente para los animales de planicie no peligrosos, con excepción del leopardo, cualquiera de los dos 7 mm, en particular los de alta capacidad resultarán ideales, siempre y cuando se adecue el peso y la configuración de las puntas al tamaño de las presas.

Una ventaja inherente de los 7 mm es que pueden ser disparados con proyectiles de 110, 120, 130, 140, 150, 160, y 175 grains, (200 grains excepcionalmente), y de diferentes configuraciones, lo cual nos otorga múltiples posibilidades para escoger entre diferentes pesos y diseños y adapatarlo así a una amplia variedad de especies cinegéticas y condiciones de cacería.

por Daniel Stilmann