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El retroceso de un arma, responsable por más de un disparo marrado y de muchos hombros amoratados, depende de varios factores, algunos de los cuales fueron desmenuzados previamente en el artículo “Como escoger el cartucho adecuado para cada uno” editado en ésta página (ver lista titulada Contenido).
De todos estos factores analizaremos aquí solamente aquellas variables dependientes del cartucho, ya que las mismas poseen incidencia directa sobre el retroceso.
A saber las mismas están dadas por a), la cantidad de pólvora, que a su vez depende de la longitud y diámetro de la vaina, b), de la longitud total del cartucho, que depende de la profundidad a la que se asiente la punta en el mismo, haciéndolo más corto o más largo, y por ultimo c), del peso del proyectil.
Estas tres variables son las que más incidencia tienen en el retroceso de un arma, por lo que con sólo mirar un cartucho uno puede darse una idea aproximada del grado de castigo al que nos expondremos. Sí el cartucho es grande y pesado, el cañón del arma corto y el peso de la misma escaso, uno puede apostar a que nuestro hombro está a escasos minutos de recibir una buena paliza. Y con ese pensamiento en nuestra mente, es fácil errar un disparo.
Luego de haber desmenuzado como incide cada una de las características del cartucho, veremos como afecta al retroceso la variación en el coeficiente de fricción existente entre la punta y las estrías, el cual es factible de ser reducido mediante el empleo de sustancias como el sulfuro de molibdeno u otros lubricantes.
Probablemente UD encuentre que este tipo de análisis en detalle no hace al cazador. Mi repuesta a eso es que la flor y nata de los tiradores de competición, y muchos de los cazadores empedernidos que conozco, basan sus resultados en estos pequeños detalles.
Retornemos al cartucho. De las tres variables mencionadas, carga de pólvora, medidas del cartucho, y peso de la punta, la primera es sin duda la que mayor incidencia tiene en el tamaño de los cardenales que aparecerán en su hombro, y ésta variable a su vez esta relacionada con el diámetro del cuello de la vaina y las dimensiones de la misma.
No es difícil entender que a mayor carga de pólvora mayor será la presión que genera la combustión, y que con ello aumentará la fuerza de retroceso. Esa fuerza tiene su explicación en aquella ley física que reza que a toda acción (representada por la fuerza de los gases de la combustión que empujan al proyectil hacia delante por el alma del cañón) corresponde una reacción de igual magnitud pero de signo contrario.
En buen romance y a grandes rasgos, cuanto mayor sea la capacidad de carga de la vaina, mayor el golpe “pa’ atrás”.
Por lo tanto una reducción de la carga de propelente puede resultar la solución al problema, aunque es necesario saber cuanto puede reducirse la misma sin con ello comprometer las prestaciones del cartucho.
Tomemos por ejemplo un cartucho harto conocido por todos nosotros, el viejo .308 Winchester ó 7,62 X 51 NATO, confiable como el que más y además, apto para toda la fauna europea. Veamos que ocurre con la energía que desarrolla al variar la carga de pólvora, sin olvidar que esa variación de energía incide por un lado sobre la performance del proyectil y por el otro sobre la fuerza del retroceso.
Carga. Energía en boca. Velocidad. Retroceso.
37.00 gr. 2602 libras/pie 2551 l/p 18.56 Joules
36.50 gr. 2553 libras/pie 2527 l/p 18.17 Joules
36.00 gr. 2505 libras/pie 2503 l/p 17.79 Joules
35.50 gr. 2457 libras/pie 2480 l/p 17.42 Joules
35.00 gr. 2410 libras/pie 2456 l/p 17.04 Joules
En el cuadro se observa como la reducción de 2 grains en la carga de nuestro cartucho reduce en un 8% la fuerza del retroceso, y también nos demuestra como desde el punto de vista práctico esa reducción de la carga no afecta significativamente las prestaciones del proyectil, de modo tal que no debemos preocuparnos por una reducción en el alcance, o una excesiva pérdida de energía, ya que la misma sólo disminuye en un 5,5%, porcentaje que nuestra presa jamás notará. Vaya tomando nota. Acabamos de reducir en un 8% la fuerza de la “patada” '''
Ahora, sí a ese mismo cartucho se le otorga un largo total (LTC) de apenas una décima más de pulgada, se logra otra disminución de la fuerza de retroceso, en éste caso igual al 2%.
O sea que entre la disminución de la carga, y un ligero “estirón” del LTC se puede reducir en un 10% el factor de castigo corporal.
Claro esta que las cosas siempre pueden mejorar, y si a esa misma vaina uno le disminuye el diámetro de su cuello, el culatazo se hará sentir con menos rigor. Un ejemplo de esto se da cuando uno cambia un cartucho como el .30-o6 por otro de iguales dimensiones, como el .270, siendo la única diferencia entre ambos en que el último presenta el diámetro de cuello reducido en un 13% con respecto al primero.
Bien, ese 13% menos que presenta el .270 en el diámetro de su cuello representa, para igual tipo de pólvora, tipo y peso de punta, una reducción del 16% en la fuerza de retroceso, ergo, cuanto más ancha la boca de la vaina, mayor será la fuerza que impacte contra nuestro hombro.
Calibre. Peso punta. Velocidad. Retroceso. Cambio %.
.30-06. 150 grains 2994 p/s. 10.47.
.270. 150 grains 2855 p/s. 8.87. -16%
Este cambio de cartuchos es otra forma de reducir el castigo a sufrir, aún empleando puntas de igual peso, sin con ello perder velocidad o energía, al mismo tiempo que nos vemos beneficiados con un importante descuento en materia de castigo corporal. Puesto de otra forma, para lograr estos beneficios sólo debemos limitarnos a dispara proyectiles de menor diámetro, aunque mantengamos su peso sin variar. ¿Qué le parece? Ah, y como para no perder la cuenta, 10 + 16 = 26%.
Para hacer las cosas aún más bellas, piense que entre una punta de 180 grains y otra de 150, ambas del calibre treinta (.308, .30-06, .300 WM) se pierdes otro 10% de la fuerza de retroceso, lo que nos deja con una reducción del 36% de la fuerza maligna.
Ahora que entendió como se reduce el castigo se encuentra en condiciones de comprender por que esos cartuchos a los cuales se los denomina como “sobredimensionados para el calibre” (esto es una gran vaina con una punta de reducido diámetro, como lo son muchos de los Weatherby), patean tanto. Claro está que tantos “caballo vapor”, amontonados dentro de una gran vaina van a generar un gran revuelo al querer salir todos juntos por ese pequeño orificio que representa el alma del cañón.
Por lo tanto, si UD es sensible a éste fenómeno físico, manténgase alejado de los cartuchos altos y anchos con su gran carga, aunque no olvide que los retacones de cuello fino también patean,………. y en ocasiones mucho más. En otras palabras: no se guíe solamente por las dimensiones, a menos que posea la experiencia necesaria para juzgar. Recuerde que un buen cultazo puede partirle el arco superciliar, además de acomodarle todas las piezas dentales de un solo lado de la cara.
Y ya que estamos con las pólvoras, nos queda algo más para mencionar: las diferencias en el retroceso producto de la velocidad de quemado entre las diferentes pólvoras existentes en el mercado.
Las pólvoras progresivas rápidas generan un pico máximo de presión de aparición más rápida, pero, a pesar de ser más “violentas”, y contra todo lo que uno puede esperar, nos regalan con una fuerza de retroceso más suave que aquellas pólvoras más lentas, de modo que sí recarga su propia munición puede tomar ventaja de éste fenómeno.
Empleando puntas de 250 grains, el .375 H&H genera un retroceso de 47.12 Joules cuando se lo recarga con IMR 4350, y de solo 42.16 Joules, esto es un 10.5% menor, cuando se emplea IMR 4064. Con esto habremos logrado disminuir en un 46% ese factor anodino que es el retroceso.
Recuerde que dijimos que reduciendo la carga ligeramente, alargando el cartucho dentro de lo tolerado por el vuelo libre del arma, y disminuyendo el diámetro del cuello de la vaina uno podía lograr una reducción de aproximadamente un 26% en la fuerza del retroceso, sin por ello perder alcance, penetración y o precisión. Sí a eso le suma otra quita del orden del 20% por cambio de pólvoras y reducción del peso de la punta, se encontrará repentinamente con que ahora puede disparar aquellos cartuchos que antes le estaban prohibidos, sin que para ello haya tenido que comprar un arma nueva o aumentar 10 kilogramos su peso corporal para aguantar mejor el “culatazo”
Por último debemos considerar brevemente la incidencia que el uso de lubricantes como el disulfuro de molibdeno, que se emplea para recubrir las puntas, tiene sobre el retroceso.
Sí bien esa reducción es del orden del 1%, lo cual muchos considerarán como despreciable, para otros, más sensibles al castigo, todo ayuda, y ese 1% suma a apaciguar los ánimos en el momento en que la aguja del percutor incide sobre el pistón de inicio. No olvide que robando un 10% aquí, y otro tanto más allá hemos llegado a una muy saludable pérdida de casi el 50% de esa fuerza diabólica.
Creo que este entre estas medidas, y aquellas que vimos en números anteriores, hoy en día el monstruo del retroceso puede considerarse como extinguido, y por lo tanto ya no deberíamos tener al menos, esa excusa para los disparos marrados.
Sí bien todos los cálculos presentados han sido extraídos de programas de balísticas capaces de calcular estas variables en forma exacta, recuerde que la forma en que percibimos el retroceso está parcialmente determinada por factores subjetivos, además de los estrictamente objetivos o mensurables. Por lo tanto algunos percibirán esa disminución de la fuerza en forma menos notoria, pero créame que si UD es sensible a ese monstruo llamado “patada”, apreciará cada uno de los puntos porcentuales reducidos. Haga la prueba. Solamente tiene mucho para ganar y nada que perder.